¿Pero qué es lo que estás mirando, imbécil?, estoy a punto de gritarle, en un estallido de furia por estar siendo observado sin mi consentimiento. No soy una rata de laboratorio, y sólo me gusta que me miren cuando yo lo acepto, tampoco es como si rehusara siempre los ojos, sólo que hay momentos precisos y unas miradas que importan más que otras, algunas tienen un lugar privilegiado, un sitio imposible de rebasar.
Sí, estoy a punto de gritarle, pero entonces lo reconozco, un rostro que había salido de entre la multitud para acercarse y ver desde una distancia de un par de metros. Se lo notaba afligido, y aunque se oculta en cuanto sabe que yo lo descubro, sí que pude descubrir añoranza en su mirada, añoraba poder besar a su propia chica, aquella que ya no era suya, que posiblemente nunca lo fue.
Todavía lleva la mano derecha vendada, pero ya no renguea. Se escabulle y vuelve al gentío que continúa saliendo de los coches, sacando todas las cosas que habían traído consigo para la reunión.
Sólo quiso ver, seguramente se acercó sin pensar, me digo, y sí, eso debe ser, no hay otra forma de explicarlo. Conozco a Keane, ha sido mi amigo por muchos años, y aunque se mostró duro contra aquel tipo, ya han pasado esos sentimientos de odio, y puedo especular que comienza a extrañar a Megan. Cuando salían, se lo veía muy entusiasmado, nos hablaba de ella, la adoraba (ahora lo recuerdo mejor), y sin importar lo que haya ocurrido, sé que aún la ama, y que daría cualquier cosa por recuperarla.
— ¿Qué ha sido eso? —pregunta Kate, mirando cómo mi amigo se pierde ya entre el resto de los estudiantes (es al menos lo que me había prometido Charlie: amigos de sus amigos, ¿y dónde más iban a conocerlos sino en la universidad?)
— Alguien que seguramente estaba buscando la entrada, el baño o ¿qué se yo? —le miento, y alzo los hombros como si nada.
Kate apoya su cabeza sobre mi hombro y ambos nos quedamos mirando hacia la ventana. Por un reflejo, extiendo un brazo para cubrirla con él y acercarla hasta mi pecho. Acaricio su cabello: lacio, suave, sedoso, manejable; y así nos pasamos unos instantes muy buenos, así me habría gustado pasarme el resto de la tarde, en lugar de en una fiesta ruidosa, donde todo el mundo iba a terminar muy ebrio. Ahora tengo un tipo diferente de necesidades, que habían surgido desde la reciente compañía que estaba teniendo con Kate. No sé cómo es posible esto, pero no quiero que acabe.
— ¿Qué va a suceder mañana?, ¿qué se supone que habrá cambiado, Trevor? —pregunta ella, sin retirar su cabeza de mi pecho, sin refutar mi abrazo, pero no termina ahí, tiene aún ganas de hablar, y yo sólo la dejo decir todo lo que quiera— Ni si quiera éramos lo que se conoce como buenos amigos y ya nos hemos besado, hemos dicho posiblemente más de la cuenta y no ha sido necesario beber un par de tragos para tal cosa, así que dime, ¿qué es lo que está pasando?
— No hay reglas, no hay pasos que seguir, simplemente sucede. —entonces soy yo el que la hace retirarse un poco, la sujeto por los hombros y le clavo la mirada, pero no como un repaso asesino, sino que lo hago porque necesito volver a verla, es esta maldita adicción que se había apoderado de mí y necesito mi dosis para seguir vivo— No sé qué vaya a suceder mañana, pero lo que sea, quiero que sea contigo, quiero que estés ahí, a mi lado, no sólo mañana, sino todos los días que me restan.
Ya no sufro ni la menor turbación, hablo con naturalidad, sí, a ese ritmo vertiginosos al que suelen gestarse mis ideas desde que conocí a Kaitlyn, y sí, también, al igual que estas, mis palabras tienen como meta llegar a ella, ya no en un plano irreal, concerniente a la imaginación, sino a uno tangible, al contarle una parte de las cosas que siento y que pienso directamente a ella, sin cavilaciones, como debió ser desde un comienzo.
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Todo lo que he querido decirte
RomanceTrevor narra sus primeros días en la universidad, donde queda fascinado por una chica de la que ni siquiera conoce su nombre. Todo parece ir bien entre sus cavilaciones y recuerdos confusos se acerca a una extraña verdad que lo atormenta y que se oc...