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Un sonido mortal, estridente y molesto que tengo como alarma es lo que me obliga a despertar, con el cabello apelmazado cubriéndome la cara completa, ya sin forma alguna. Y, sin embargo, no sé qué ha pasado durante mis horas de sueño, porque tengo un pequeño problema: no puedo recordar jamás mis sueños desde hace unos 3 o 4 años. Sé que los tengo, que los he tenido antes, pero ya no sé cómo deberían sentirse, y tengo miedo, porque no sé si ha sido bueno, si he soñado con algo que quiero o si ha sido todo desagradable, pero incluso por muy poco agradable que haya sido un sueño, es mejor tener un recuerdo por lo menos al despertar que amanecer con la mente en blanco, sin un atisbo de cómo ha sido. Justamente como ha sucedido hoy, cuando mi mente no me muestra nada salvo el recuerdo de haberme acostado, pero nada a partir de entonces. Esto ya se ha vuelto frustrante.

Desayuno y me cambio lo más rápido que puedo a pesar de saber que tengo tiempo de sobra hasta que ya sea hora de marcharme. Esta vez me hago una coleta en mi cabello ondulado y me lleva unos 5 minutos acomodar cada hebra necia lo suficiente para que no parezca un peinado hecho de último minuto. Compruebo entonces mi horario, que consta de 3 clases de dos horas cada una, y me aseguro de llevar todos mis cuadernos, materiales y tareas por entregar para no quedar tan mal la primera semana. Demonios, es increíble cómo corren tan deprisa los días, hoy es miércoles, y es bien sabido por todos los estudiantes que, llegado el miércoles, el resto de la semana se pasa volando, es como si ya se hubiera terminado, cuando va apenas a mitad, pero es todo culpa de la distorsión extraña del tiempo, como si ya no siguiera su curso normal, como si la escuela lo cambiara por completo, alargándolo o acortándolo según el día.

Me marcho nuevamente 30 minutos antes, y acelero lo mejor que puedo. Comienzo a disfrutar de verdad mi coche, a vibrar al mismo ritmo que su potente motor. Pienso que con ese ronroneo tan agradable y potente no es necesario poner música, esa es toda la música que necesita un conductor: el sonido versátil de su propio coche, pero claro, tiene que ser lo bastante buena, y yo no tengo nada de qué quejarme.

Hay muy pocos coches para cuando busco un sitio en el estacionamiento, esta es una de las ventajas de llegar pronto, así que espero poder convertirlo en una rutina todo el tiempo que esté aquí, y así no voy a tener problemas con encontrar el mejor lugar para colocar mi auto.

Son las 7:45 y ya estoy frente a mi salón, casi vacío por lo que pude ver, pero no me he decido a entrar. No me importaría si estuviese casi lleno, si no está Kaitlyn es como si no hubiera nadie ahí. Puede sonar como una tontería, pero con su sola presencia, ella les da sentido a todas las clases. Porque a pesar de que me distraigo observándola de tanto en tanto, es una distracción productiva, pues no genera angustia, sino placer, y con placer, se pueden hacer muchas cosas, incluso aprender mejor que si se hiciera con un método más convencional. Debería intentarlo todo el mundo.

Comienzan a entrar y ya son las 6:50, pero ella no aparece por ningún lado, lo cual me preocupa. Al parecer, no es la clase de chica a la que le preocupa ser las primeras en llegar, sino que se conforma con llegar, con los minutos de retraso que sean necesarios, pero lo importante es que han llegado. Y me parece bien, a mí no me importa si está aquí 10 minutos antes que yo o si tengo que esperarla media hora después de que comienza la clase, me basta con que esté, ya que de otra forma yo estoy vacío, y todo deja de tener el mismo significado. Mierda, espero no sonar como un obsesionado, pero a quien quiera que le cuente estas cosas (no lo haré, claro que no) lo pensaría sin dudar, ¿cómo alguien puede acostumbrarse a otra persona si apenas la conoce desde hace dos días y en realidad sólo sabe su nombre y de dónde viene?, sí, es muy estúpido, pero el amor no respeta, se interna en el corazón y no le importa nada, no se puede frenar, sólo se puede retener por unos instantes y después vuelve a tomar el poder por su propia cuenta.

Todo lo que he querido decirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora