Cristine Snape

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30 de julio 1991

"X: -Cuida de tu hermano gemelo, Cristine, nunca lo olvides- susurraba aquella voz en la oscuridad. Todo era un mar de sombras hasta que una luz verde se aproximó, mientras la misma voz gritaba mi nombre: -¡CRISTINE! ¡CORRE!-. Logré despertar sobresaltada, con el corazón palpitando con fuerza.

-¡Fue solo un sueño!- exhalé aliviada.

El alba se asomaba, así que decidí levantarme para iniciar el día. Ordené mi habitación meticulosamente, pues el desorden me provoca ansiedad. Procuré no perturbar el sueño de mi padre, la verdad él trabaja incansablemente y merece descansar, especialmente después de sus frecuentes reuniones.

La verdad nunca he ido a ninguna reunión, ya que mi padre insiste en que son peligrosas y prefiere mantenerme alejada de entornos tensos. Yo confío en sus palabras.

Después de terminar de ordenar mi habitación, me dirigí hacia la cocina con hambre y la emoción palpable en mi interior: mañana, cumpliré once años.

"¡Pronto estaré en Hogwarts!" pensaba con felicidad mientras preparaba té. "No puedo esperar a mañana. Mi padre prometió que en mi cumpleaños me dará una cajita que mi madre guardó desde sus 11 años hasta el día que murió." Al pensar en esto último, me invadió la tristeza.

A menudo imagino cómo sería mi vida si ella estuviera aquí para celebrar todos mis cumpleaños. Mi padre me contó que ella celebró mi primer año de vida, lo cual me reconforta un poco, pero no tengo recuerdos de ella y nunca tuve la oportunidad de conocerla. Sin embargo, volví a sonreír al recordar todas las veces que mi padre la describe. Dice que era hermosa, que tenía mis ojos y mi color de piel, pero jamás he visto una foto suya.

Tan absorta estaba en mis pensamientos que no percibí la llegada de mi padre, quien me sorprendió al tomarme por los hombros, haciendo que diera un pequeño salto. Al girarme, lo vi sonreír, como siempre, burlándose de mi distracción. A veces dice que tengo el corazón de un pollito.

Yo: -¡Buenos días, papá!- saludé, aún riendo, mientras servía el desayuno.

Padre: -Buenos días, mi pequeña. ¿Has preparado todo esto?- preguntó, abrazándome y dándome un beso en la frente como muestra de agradecimiento.

Yo: -Sí, papá. Sé que estás cansado, así que quería ayudarte. Preparé el desayuno para los dos- respondí feliz mientras tomaba asiento.

Padre: -Muchas gracias mi pequeña Cristine- dijo sonriendo

Después de desayunar, mi padre se despidió de mí y mencionó que tenía que ir a Hogwarts para asegurarse de que varias cartas fueran enviadas a diferentes partes del mundo. Algunos niños cumplían 11 años en estos días, al igual que yo cumpliré mañana.

A lo largo de todos estos años, nunca sentí la urgencia de visitar Hogwarts. No deseaba explorar esa maravillosa escuela hasta que me tocara llevar el uniforme. No quería llegar al primer día sabiendo de memoria cómo llegar al Gran Comedor o a mis clases. Quería experimentar todo como cualquier otro estudiante, descubriendo cada rincón por primera vez. Por eso, mi padre me enseñó todo lo que sé sobre hechizos y pociones aquí, en nuestra casa. Lo único que no me ha podido enseñar, es jugar Quidditch, pero espero poder entrar al equipo este año.

Comencé a revisar las fotos que tengo con mi padre desde que era pequeña. Es una tradición personal hacerlo un día antes de mi cumpleaños. Me reconforta sentir su presencia y recordar los momentos felices que compartimos juntos.

 Me reconforta sentir su presencia y recordar los momentos felices que compartimos juntos

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Esa foto es de cuando cumplí cinco años; solía tener el cabello más rojizo. He cambiado un poco en estos años. Recuerdo que solía ponerme uniformes, fantaseando que ya pertenecía a Hogwarts, y utilizaba diferentes corbatas de distintas casas. Honestamente, desearía estar en Gryffindor por mi madre, pero también me gustaría ser parte de Slytherin por mi padre. Espero que el Sombrero Seleccionador elija sabiamente mi casa, aunque cualquiera de las dos estaría bien.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro de inmediato cuando encontré la pintura que hice cuando cumplí ocho años

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Una sonrisa se dibujó en mi rostro de inmediato cuando encontré la pintura que hice cuando cumplí ocho años. Aunque en realidad solo estaba entorpeciendo el trabajo de papá, él se tomó el tiempo de dibujar a mi madre para que yo tuviera una idea de cómo era ella. Fue, sin duda, el día más feliz de mi vida; ahora tengo una imagen de lo hermosa que era mi madre, Lily. Continué viendo las fotos y sonreí cada vez que notaba cuánto había crecido.

Sin darme cuenta, me quedé dormida en el sillón mientras miraba todas las fotos.
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Prov Severus Snape

Sentía preocupación por saber si Harry Potter iba a recibir su carta. La profesora McGonagall me había contado que los Dursley, quienes tenían a Harry, eran unos muggles muy desagradables. No lo alimentaban adecuadamente, lo trataban mal y lo obligaban a dormir bajo las escaleras en un cuarto apenas habitable.

Esto me llena de enojo, pero sé que no puedo hacer nada por él. Son órdenes de Dumbledore y, a pesar de lo que ocurrió hace casi 10 años, aún confiaba en él. Por eso, era mi responsabilidad asegurarme de que Harry recibiera la carta para que sepa que el mundo mágico lo espera.

Finalmente, decidí volver a casa, pero antes llevé la cena para mi pequeña. Sabía que seguramente se había quedado dormida viendo las fotos, como suele hacer antes de cumplir un año más.

"Me preocupa mucho el hecho de que vaya a Hogwarts este año. Estará expuesta a muchos peligros, y además, al encontrarse con su hermano Harry, si descubre la verdad, no sé si me perdonará por haberle mentido" pensaba con inquietud mientras entraba a la casa.
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Prov Cristine Snape

Me desperté al escuchar la puerta abrirse, y allí estaba mi padre. Corrí hacia él con alegría.

Yo: -Hola, papá!- dije feliz -¿Cómo te fue?- pregunté, abrazándolo.

Padre: -Hola, pequeña. Me fue bien- respondió él. -La verdad es que cada día, con tantos niños cumpliendo años, es complicado asegurarse de que todas las cartas lleguen a la dirección correcta y de que no sean abiertas por error. ¿Y a ti cómo te fue?- añadió, sonriendo, aunque sabía de antemano cuál sería mi respuesta.

Yo: -Bueno, no sé. Simplemente me quedé dormida viendo las fotos como cada año antes de mi cumpleaños, hasta que llegaste- respondí, seguido de un bostezo que hizo reír a mi padre

Padre: -¡Vaya, mira nada más. Cada año te pones más hermosa, mi pequeña- comentó mi padre viendo las fotos. -Pero ahora, ¿qué te parece si cenamos? Mira lo que traje- dijo mientras guardaba las fotos. Finalmente, disfrutamos juntos de la cena.

Bajo el manto de las sombras 🩶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora