Capítulo 2

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una decisión

Céline

Observo el anillo — te daré la respuesta después de regresar de Londres — esta vez mi hijo lo ve y veo reflejado a su padre en la mirada que le dedica.

— ¿te irás a Londres? — lo veo seria.

— tu también, el ministro exigio tu traslado — me ve y niega.

— no vas a ir a ningún lado Céline.

— lo siento Alex pero yo soy libre de hacer lo que quiera — empuño mi mano pero relajo tomo a las pequeñas. Detesto que vea a mi hijo de esa manera. Camino con ellos a mis costados.

— mami — me giro — ¿cuando nos vamos a Londres?.

— mañana pequeñas — Lea sonríe.


— ¿me peinas? — asiento y tomo uno de los cepillos acaricio su cabello y lo peino con delicadeza, la pequeña canta y su hermana la sigue.

Edrick nos observa en silencio y esa voz tan dulce llega a mis oídos sonrió ante tal acto me uno a ellos, su pronunciación en Ruso a mejorado de una manera sorprendente.

Los observo dormir, me pongo de pie arreglando sus maletas enserio estoy nerviosa, regresar a Londres no estaba en mis planes pero las circunstancias me obligan.

Arreglo las ropas de mis hijos, tengo la manía de vestirlos a juego con mi ropa, busco los pequeños abrigos de cuero negros. Las botas militares de mis hijos sonrió ante las ropitas.

Me recuesto a su lado Dagón no se mueve de su lado siempre, las camas que compro son gigantescas para que ellos puedan dormir arriba.

Acaricio a Dalí con mi pie — no quiero ir — me ve y cierra los ojos cansada — solo busco apoyo desconsiderada.

No dormí nada, ni una gota. Me pongo de pie y voy al baño me doy una ducha, me cambio de ropa enfundada en un pantalón negro, ya había dejado ese color pero Londres lo exige.

El primero en despertar es Edrck lo ducho y le pongo su ropa se ve en el espejo y sonríe. Su atuendo es un pantalón negro, suéter de cuello alto y sus botas militares.

Las pequeñas se despiertan y con Lea batalló una vida, salta en la cama, hasta que me doy su biberón se queda tranquila.

Su vestuario es el mismo, coloco los collares con sus iniciales mientras ordeno que saquen sus maletas de el lugar.

Bajamos y veo a Alex al pie de los escalones — creí que no irías.

Niega — tengo que cuidar de ti y de los pequeños — asiento — además estoy arrepentido por lo que paso — sonrió y le doy casto beso.

Dylan abre la puerta de la camioneta gris subo a mis hijos en sus sillas, Dagón y Dalí van en la otra camioneta, Dylan sube de el lado de el conductor y yo me subo en mi lado, Alex me ve y se sube en su auto.

Me sudan las manos de ver que ya casi llegamos al aeropuerto — Nicolaí ordenó que viajarás en su avión privado, solo tu y tus hijos.

Una Melodía Mortal (+21)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora