En el pasado.
Killiam y yo somos como dos tormentas que chocaban una contra la otra, siempre en conflicto, siempre desafiándonos mutuamente. Desde el momento en que nos conocimos, nuestras personalidades chocaron como olas furiosas contra las rocas, cada uno decidido a imponer su voluntad sobre el otro.
—¿Qué estás haciendo, Amelia? —gruñó Killiam, su voz llena de irritación mientras me observaba con ceño fruncido.
Me encontraba en la cubierta, practicando con mi espada en un intento de perfeccionar mis habilidades de combate. Killiam, como siempre, había llegado en el momento menos oportuno, dispuesto a criticar cada movimiento que hacía.
—Estoy entrenando, si no lo notas —respondí con sarcasmo, levantando una ceja en desafío—. ¿Tienes algún problema con eso?
Killiam bufó con desdén, cruzando los brazos sobre el pecho mientras me miraba con expresión de superioridad.
—El problema es que estás desperdiciando tu tiempo en tonterías —dijo con desdén—. Deberías estar enfocándote en cosas más importantes, como la estrategia de navegación o la planificación de futuros saqueos.
Mi sangre hervía de frustración ante su actitud condescendiente, pero me obligué a mantener la compostura, negándome a ceder ante su provocación.
—Creo que puedo decidir por mí misma en qué quiero enfocarme, gracias —respondí con frialdad, girándome para volver a mi entrenamiento.
Killiam gruñó algo ininteligible antes de alejarse con paso firme, dejándome sola en la cubierta con el eco de nuestras palabras aún resonando en el aire. Nuestra relación era un constante tira y afloja, un baile de egos y desafíos que parecía no tener fin.
A medida que los días se convertían en semanas y las semanas en meses, nuestra enemistad parecía solo crecer en intensidad. Cada interacción estaba marcada por la tensión y el desdén, como si estuviéramos destinados a ser rivales por toda la eternidad.
Sin embargo, en lo más profundo de mi corazón, había una chispa de respeto por Killiam, un reconocimiento silencioso de su habilidad y astucia como capitán. A pesar de nuestras diferencias, no podía negar que admiraba su determinación y su valentía, incluso cuando nos encontrábamos en lados opuestos de la misma moneda.
Aunque nuestras discusiones podían ser acaloradas y nuestros desacuerdos interminables, siempre había una cierta camaradería entre nosotros, una conexión que trascendía nuestras disputas superficiales. En el fondo, sabía que ambos compartíamos el mismo objetivo: la búsqueda de aventuras y riquezas en los vastos océanos del mundo.
Así era nuestra relación, un torbellino de conflicto y complicidad, una danza eterna entre la rivalidad y el respeto. Y aunque podía no admitirlo abiertamente, había una parte de mí que secretamente disfrutaba de cada momento de confrontación con Killiam, sabiendo que era él quien me mantenía alerta y en constante movimiento en este mundo lleno de peligros y promesas.
***
El sol se ponía lentamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y naranjas mientras la brisa marina acariciaba suavemente la cubierta del barco. Me encontraba caminando por la cubierta, perdida en mis pensamientos, cuando escuché un sollozo ahogado que provenía del camarote de Killiam.
Intrigada y preocupada, me acerqué con cautela y golpeé suavemente la puerta, preguntándome qué podría estar sucediendo. Al recibir ninguna respuesta, decidí entrar, encontrándome con una escena desgarradora.
Killiam estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada contra la pared, una botella de ron vacía a su lado. Su rostro estaba bañado en lágrimas y su expresión reflejaba un dolor profundo y angustioso.
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Guerra de Corazones y Espadas
RomanceEn el reino de Arkania, la joven princesa Amelia vive bajo la sombra de la guerra con el reino vecino de Eldoria. Cuando su pacífico reino es invadido por las fuerzas del príncipe enemigo, Ian, Amelia pierde a sus padres en un cruel ataque. Herida y...