Capitulo #5

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Killiam

Me desperté con un increíble dolor de cabeza, no me había emborrachado hace mucho, tenía que celebrar mi autocontrol con esa chica, pero debo admitir que no lo hice por pena, se nota que ha sufrido bastante, además no es una cualquiera es una princesa, y si algún día llega a recuperar el poder no quiero que pida mi cabeza de obsequio.

Desperté y no vi a Amelia a un lado mio, ni en el piso como había dicho que dormiría. Supongo que ya se habrá levantado y me levanto de la cama mientras me masajeo las sienes algo adolorido.

—Juro nunca más beber con estos mendigos.. —Susurro para mi mismo pero me detengo al ver todos dormidos en el suelo de barco, parece muy limpio... y ¿hay comida? Platos sucios de comida y ron.

Paso a un lado de ellos sin prestarles mucha atención cuando reacciono. Si Amelia no esta con ellos.. Mierda, deber de estar en alguna de las habitaciones, al pasarse la idea por mi mente que la pobre muchacha fue violada hizo que me enojara demasiado, se suponía que el teatro de ayer debía mantener lejos a estos ineptos lejos de ella, no podían tocarla no debían.

Revisé habitación por habitación y no la encontré.

Y entonces empecé a preocuparme mucho, demasiado al pensar en las posibles causas de su desaparición.

—Despierten bola de cavernícolas inadaptados —Dije en un grito.

—Capitán...—Susurro uno de los tripulantes algo adormitado.

—¿Dónde esta mi chica? —Dije algo molesto, si esa muchacha desaparecía de la nada perdería mi oportunidad de redención, de cambiar, porque sigo en un jodido circulo vicioso donde no suelo tratar bien a las mujeres, me convierto en mi padre y es algo que no quiero.

—No lo sé capitán... me emborrache mucho anoche.

—Despierta a los demás y búsquenla.

—Si capitán.

Y entonces así fue, sabia que alguno de estos hombre sabio que paso con ella y querían ocultármelo por miedo, y si que debían tenerlo, si le había pasado algo a esa mujer, solo un rasguño condenaría a la fosa al desgraciado.

Revisé cada rincón del barco y ella no aparecía.

Me puse en el centro del barco y empecé a gritar furioso.

—¡Si no me dan su paradero justo ahora o quien le hizo daño juro que los lanzaré por la borda o los llevaré a la jodida Fosa de tiburones! —Dije furioso y la verdad es que lo estaba. Miré a mi alrededor y solo puedo ver rojo del coraje. Mi ira nunca me llevaba a un buen lugar. Pero entonces oí un ruido en la bodega, el único lugar donde no revisé.

—¿Amelia? —Dije acercándome a la bodega.

—¡Killiam! —Su voz se oyó aliviada y algo esperanzada. Lo cual me hizo preguntarme cuanto tiempo habría pasado allí, sola, con frio.

Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando noto que esta cerrado con llave. Y solo una cosa pasaba por mi mente. ¿Quién había sido el maldito?

—¿Dónde está la llave? —Voltee a ver a los tripulantes y todos negaron. — ¡Pues búsquenla!

Momentos después todos los piratas buscaban la llave hasta que uno la encontró y me la dieron, apenas abrí la puerta pude verla, de pie, mirando hacia arriba esperando que le abran la puerta, pude notar como sus manos estaban cubiertas de ciertas heridas que arrojaban sangre.

—¡Amelia, por todos los dioses! ¿Quién te hizo eso? —Dije molesto mientras la ayudaba a subir tomándola por los brazos.

—Estoy bien... tranquilo. —Dijo mientras lograba subirla y pisar el suelo de la nave.

Guerra de Corazones y EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora