Me adentré al bosque, caminaba cautelosa. Aún quedaban unas horas antes de que oscureciera, eran por lo menos un día caminando para salir del bosque. Rogaba al cielo salir del bosque con vida, mi mente estaba temerario y mi corazón igual, cada parte de mi cuerpo temblaba de miedo, miedo de no salir con vida. Recordaba las historias que me contaban de niña cómo el cazador de Almas mataba a sus víctimas, cómo cambiaba de forma y te hacía dudar de lo que veías. Para luego volver a transformarse a su forma original, un lobo, con ojos tan rojos como la sangre de sus víctimas, su pelaje tan negro como la noche y unas garras tan filosas que cortaban la carne con facilidad, siendo capaz de matar de un rasguño. Contaban Historias de la Banshee, esta se presentaba en forma de un espíritu, el cual se presentaba según cómo se reflejaba tu alma. Podía fingir ser buena y asegurarte que te mostraría la salida del bosque cuando en realidad te lleva a tu guarida para alimentarse de tu cuerpo y alma. O realmente podría ser buena y mostrarte la salida protegiéndote en el camino de los monstruos que habitaban el bosque, entre eso los espíritus en busca de cuerpos los cuales habitar o los hombres tierra, los cuales te mordían y envenenaban tu cuerpo hasta que te conviertas en piedra y tierra. Conociendo todas esas historias, podía suponer que si no tenía suerte no saldría con vida de esto, y empiezo a creer que no lo haré.
El tiempo pasa y puedo sentir cómo mientras me adentro al bosque el ambiente empeora, poniéndose más y más tenso, más pesado. Puedo oír cómo las almas atrapadas en el bosque se lamentan. Es horrible, es una clase de llanto junto con una fuerte corriente de aire. Mis pies empiezan a cansarse y a doler. Nunca me había imaginado un lugar tan tétrico y terrorífico. Mi miedo es mayor al punto de soltar un grito cuando logro ver cómo el cazador de almas se acerca a mí. Tiene su aspecto original. Las leyendas dicen que siempre muestra la forma de un ser querido para despistarte, y no asustarte, pero justo ahora quiero que tenga cualquier otra forma menos la de ahora es horripilante, aún más de cómo cuentan las leyendas.
Sus ojos son aún más rojos de lo que imaginaba, parece sangre pura corriendo por sus pupilas. Su pelaje es tan negro que brilla tiene escamas que se confunden con el pelaje y otras que no lo hacen su pelaje es tran extraordinario, pero al mismo tiempo tiene un aspecto tan tétrico y espantoso. Sus garras son aún más grandes que el tamaño de mis dedos o inclusive mi mano entera, y sus patas del tamaño del rostro humano. Es un animal tan grande y tan horripilante que me resulta difícil describirlo.
El cazador de almas se acerca a mí a pasos lentos mientras la neblina se hace más densa y me es más complicado distinguirlo. Puedo oír cómo gruñe y rompe ramas secas con sus patas al acercarse.
—Lindo lobito. — Digo con una voz temerosa mientras me planteo la posibilidad de correr.
El cazador se acerca aún más olfateándome. Intento revisar si tengo algún arma de las que pude esconder en mi cuerpo, pero no fue sorpresa saber que me habían enviado desarmada.
En eso, al ver que, si no intento huir, moriré a causa de sus afilados colmillos que ahora deja ver.
Me agacho y sostengo una piedra, la lanzo lejos para ver si logro distraerlo, pero es inútil. Él me tiene en la mira, me observa atentamente cada movimiento, cada respiro y suspiro, así que no me queda otra más que echarme a correr y eso hago corro, corro tan rápido como puedo, escuchando cómo él me sigue el paso con una facilidad increíble y temeraria. Siento mis nervios en la punta de la garganta bajando por el estómago, estoy aterrada. No quiero morir, no ahora, no hoy, ni mañana, quiero morir cuando sea mi momento. Intento continuar corriendo, salto un tronco que hay en el camino y, a pesar de mi cansancio, puesto que llevo horas caminando y ahora me encuentro corriendo, estoy exhausta pero no puedo pensar en eso, solo en sobrevivir. cuando me fijo en el camino que actualmente pisaba, veo que hay miles de cadáveres, es imposible contarlos, hay huesos, hay carne putrefacta, hay armas tiradas por todas partes.... Armas. Cuando me detengo, tan solo fue un segundo para sostener el arma y el cazador de sombras me atrapa. Encima de mí logré sentir su apestoso aliento y cómo su enorme hocico está frente a mi cara mostrándome sus dientes y siendo la imagen más horrible que nunca borraré de mi mente. Intenté con mi mano alcanzar una de las espadas que había cerca de mí y cuando la tuve en mis manos pude ver cómo el cazador se decidía por matarme, pero cuando cierro mis ojos lista para mi muerte, él no lo hace a cambio, está viendo mi mano soltando la espada, petrificado.
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Guerra de Corazones y Espadas
RomansaEn el reino de Arkania, la joven princesa Amelia vive bajo la sombra de la guerra con el reino vecino de Eldoria. Cuando su pacífico reino es invadido por las fuerzas del príncipe enemigo, Ian, Amelia pierde a sus padres en un cruel ataque. Herida y...