Ian me miró con seriedad, esperando mi respuesta mientras yo soltaba un suspiro de resignación.
—Lo único que sé es que siempre el oro es saqueado por otro grupo, y nunca se sabe dónde termina —le respondí, compartiendo la limitada información que tenía sobre los saqueos y las intrigas que rodeaban al preciado metal.
Ian se sumió en un breve silencio antes de hablar de nuevo, con determinación en sus palabras.
—Bien, pequeña princesa. Volverás a tu antigua vida, tengo un plan —anunció, provocando mi desconcierto.
—¿Qué te volviste loco? —inquirí, incrédula ante su propuesta.
—No, solo astuto. Sabes más que yo en cuestiones de saqueos y algunas estrategias en el campo, sino no me hubieras vencido hace un par de días atrás —me recordó, haciendo mella en mi orgullo.
—¿Y? —inquirí, expectante.
Ian prosiguió con su explicación, delineando su estrategia.
—Necesito eso, en una princesa, la cual nadie reconozca —dijo, sembrando la semilla de la intriga en mi mente.
—Pero nunca has ido a mi reino, ¿no? Entonces nadie te reconocerá —objeté, buscando un fallo en su plan.
—Diremos que eres la princesa de uno de los reinos aliados, de Visuris, una de las hijas del rey Nathaniel. Y se te hará más fácil entrar al castillo y resguardar todo —propuso Ian, esperando mi aprobación
—¿Qué? ¿Y no sería más fácil ir como soy y ya? —cuestioné, sin entender su insistencia en ocultar mi verdadera identidad.
Ian me miró fijamente, desafiándome con su mirada, mientras yo me debatía entre la aceptación y la resistencia.
—Primero, Amelia, tú eres una princesa, no una pirata. No te confundas —me recordó, subrayando la importancia de mantener mi dignidad real.
—Si, lo era, lo era hasta que llegaste tú —repliqué, dejando escapar mi frustración ante la situación.
—Segundo. Ningún guardia te tomará en serio vestida así —continuó Ian, señalando mi atuendo característico de pirata.
Me quedé en silencio por un momento, sopesando las palabras de Ian y las implicaciones de su propuesta. Aunque me costaba aceptarlo, finalmente decidí ceder, consciente de que la causa era noble y que había mucho en juego. Era hora de enfrentar mi destino, aunque eso significara dejar atrás mi identidad pirata y abrazar mi papel como princesa una vez más.
Ian y yo estábamos de pie en la cubierta del barco, el viento marino ondeaba nuestras capas mientras discutíamos en voz baja sobre cómo descubrir el destino de la embarcación del oro.
—Necesitamos un plan detallado —murmuré, observando el horizonte con determinación.
Ian asintió, sus ojos fijos en el mar agitado mientras pensaba en nuestras opciones.
—Podríamos seguir discretamente al carruaje que transporta el oro una vez que lleguemos a Eldoria. Alguien en la tripulación debería tener un mapa detallado de la ruta que siguen las caravanas del tesoro —propuso, su voz firme con la confianza de un hombre acostumbrado a liderar.
Asentí, reconociendo la solidez de su plan.
—De acuerdo. Una vez que desembarquemos, nos mantendremos a una distancia segura y seguiremos el carruaje desde la sombra. Necesitaremos aliados en tierra para ayudarnos a rastrear su destino sin ser descubiertos —añadí, pensando en las habilidades de navegación de nuestra tripulación.
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Guerra de Corazones y Espadas
RomanceEn el reino de Arkania, la joven princesa Amelia vive bajo la sombra de la guerra con el reino vecino de Eldoria. Cuando su pacífico reino es invadido por las fuerzas del príncipe enemigo, Ian, Amelia pierde a sus padres en un cruel ataque. Herida y...