Capitulo #16

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El dolor me envolvió como una manta fría al despertar, recordando una vez más la pérdida de mis padres. Las imágenes de su trágica muerte se arremolinaban en mi mente, trayendo consigo una oleada de angustia y desesperación que amenazaba con ahogarme.

Me encontré acurrucada en mi camarote, con el corazón pesado y los ojos llenos de lágrimas mientras revivía el doloroso recuerdo una vez más. La sensación de vacío que dejaron en mi vida era abrumadora, y no importaba cuánto tiempo pasara, el dolor seguía siendo tan agudo como el día en que los perdí.

Mi padre, con su dulzura y su amor incondicional, siempre había sido mi roca, mi refugio en medio de las tormentas de la vida. Con su valentía y su sabiduría, siempre había sido mi guía, mi modelo a seguir en un mundo lleno de peligros y desafíos. Su ausencia dejó un vacío en mi vida que nunca logré llenar, una sensación de pérdida que me persiguió cada día de mi existencia.

Recordar el día en que los perdí era como revivir una pesadilla una y otra vez, cada detalle grabado en mi memoria con una claridad dolorosa. El sonido del choque de las espadas, el aroma de la pólvora en el aire, el grito de dolor de mi madre, todo se reproducía una y otra vez en mi mente, torturándome con su implacable brutalidad.

Me aferré a las sábanas con fuerza, tratando desesperadamente de alejar los recuerdos que amenazaban con consumirme. Pero no importaba cuánto lo intentara, no podía escapar del dolor que me embargaba, una sombra oscura que se cernía sobre mí incluso en los momentos más felices.

Con un suspiro tembloroso, me obligué a salir de la cama y enfrentar otro día sin ellos. Sabía que debía seguir adelante, que debía honrar su memoria con cada paso que diera. Pero el dolor de su pérdida seguía pesando sobre mí, como una losa que me impedía respirar, recordándome una vez más lo frágil y efímera que puede ser la vida.

El silencio del camarote fue interrumpido por una voz que me estremeció hasta lo más profundo de mi ser. La reconocí al instante, aunque había pasado mucho tiempo desde la última vez que la había escuchado. Era la voz de Ian, resonando en mi mente como un eco de mi pasado oscuro.

Un torrente de emociones me invadió al instante, y entre ellas, el resentimiento emergió con una fuerza arrolladora

Fue él, Ian, quien le arrebató la vida a mi padre con sus propias manos.

Sentí un nudo en la garganta mientras luchaba por contener las lágrimas y la ira que amenazaban con consumirme. ¿Cómo podía perdonarlo por sus crímenes?

Cerré los ojos con fuerza, tratando desesperadamente de bloquear la voz de Ian que seguía resonando en mi cabeza. Pero por más que lo intentara, no podía escapar del pasado que nos unía, un pasado marcado por la tragedia y el dolor.

El resentimiento me envolvió como una manta fría, nublando mi juicio y empañando mi corazón con una sombra oscura. Por un momento, me dejé llevar por la ira, deseando con todas mis fuerzas que él pagara por lo que había hecho, que sufriera tanto como yo había sufrido.

Pero entonces, en medio de la tormenta de emociones que me consumía, una voz suave y familiar se abrió paso entre la oscuridad. Era la voz de Killiam, recordándome que el odio y la venganza solo nos consumirían a ambos, que era mejor dejar el pasado atrás y seguir adelante.

Me obligué a respirar hondo, luchando por encontrar la calma en medio de la tormenta que me rodeaba. Sabía que no podía dejarme llevar por el resentimiento, que debía encontrar la fuerza para perdonar y seguir adelante.

Con un esfuerzo sobrehumano, logré apartar los pensamientos oscuros que me atormentaban y me concentré en el presente. Ian podía haber sido el causante de mi dolor, pero no podía permitir que él tuviera el poder de controlar mi vida.

Guerra de Corazones y EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora