Capitulo #1

78 26 60
                                    


Corro, corro lo más rápido que puedo, estoy en el bosque, asustada.

Soy la princesa Amalia Adams, hija del rey Jorge Adams y de la reina Lucia Adams. Mis padres, muertos. Por el reino enemigo o eso quiero creer. Odio. Es lo que corre por mis venas, venganza y odio. Lo que corre por mi mente son esas 2 palabras.

No paro de correr hasta que siento mis pies arder.

Estoy muy lejos del palacio, mi gente está siendo atacada, asesinada. Después de un rato caminando con este enorme vestido, decido parar. En una pequeña cabaña que encontré por aquí, todavía estamos en mi territorio, así que es mi gente la que está en esta cabaña.

Toco la puerta. Pasan unos segundos y abren.

—¡Su majestad! La señora hace una reverencia.

—No hace falta, necesito su ayuda. El Castillo fue atacado, mis padres murieron, necesito infiltrarme como una campesina. ¿Usted podría ayudarme?

Por un momento la campesina quedó en shock unos segundos para luego ver mi mirada desesperada y asentir.

—Por supuesto. Pasé, por favor.

—Gracias...

Entré a la pequeña cabaña y pude notar que era muy acogedora. Esta familia me dio a mi disposición agua, algo de comida y unos pantalones, camisa y un abrigo de lo que aparentaba ser cuero. Era una época fría en Arkania.

—Su majestad... sí me permite preguntar...

—¿Sí?

—¿Qué reino fue el que invadió el palacio?

—Quisiera saberlo. Pero no tengo ni idea. — Mentí. Soy muy buena en eso.

—Oh.

—Si me permite, me iré a cambiarme. Mi vestido se los dejaré. Podrán empeñarlo y ganarán dinero —sonrió.

-Gracias, su majestad. —Dice un hombre alto.

-No es nada, gracias a ustedes.

Sin más, me dirijo al baño y me cambié. Me ofrecieron unos pantalones ajustados de su hijo mayor y una blusa blanca de su hija. Me dieron un par de zapatillas, muy cómodas. Salí del baño y me dirigí a la sala.

-De verdad, muchas gracias por su amabilidad.

—No es nada... —La mujer ni siquiera pudo terminar su frase porque ya la habían asesinado; Le habían clavado la espada en el pecho para luego retirarla y apuntarme con la misma, él hombre me mira con una mirada victoriosa. El esposo de esta mujer llora y se arrastra al cuerpo de su mujer. En pocos segundos había cientos de hombres armados rodeando la cabaña.

—Princesa Amelia. Salga ahora.

Me disculpo en un susurro con pobre hombre que acaba de perder a su esposa, agarró un cuchillo que se encontraba en la mesa y apuñaló al guardia, el cual no se esperaba para nada mi repentino movimiento.

-Princesa, sabemos que está allí. - Alguien habla entrando a la cabaña y cuando lo veo sé de quién se trata.

- Príncipe Ian. Vaya un bonito encuentro.

—Lo sé. has cambiado mucho, Amelia.

—Conmigo te diriges con respeto, Ian, aquí no eres más con un extranjero.

—Ahora este es mi reino. Amelia. Tú eres mi prisionera.

—¿A poco crees que me dejaré atrapar así de fácil? Recuerdo que me conocías muy bien.

Guerra de Corazones y EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora