A medida que las empleadas me ayudaban a prepararme, una pregunta persistente rondaba mi mente: ¿hasta dónde llegaría nuestra amistad, o estaba comenzando a convertirse en algo más? La confusión se apoderaba de mí mientras intentaba comprender mis sentimientos hacia Ian. ¿Era posible que hubiera algo más que una simple amistad entre nosotros? ¿O acaso estaba idealizando la conexión que compartíamos debido a las circunstancias en las que nos encontrábamos?
A pesar de mis dudas, no podía ignorar la calidez que sentía cada vez que estaba cerca de él, ni la complicidad que surgía entre nosotros en los momentos más inesperados. ¿Podría ser que mis sentimientos estuvieran comenzando a traspasar los límites de la amistad? Me sentía perdida en un mar de incertidumbre, sin saber cómo abordar esta nueva y confusa etapa de nuestra relación.
Mientras las empleadas continuaban arreglándome, traté de apartar esos pensamientos de mi mente y concentrarme en el día que se avecinaba. Pero por más que intentaba ignorar mis emociones, seguían acechando en las sombras, recordándome que las respuestas a mis preguntas solo llegarían con el tiempo y la reflexión sincera.
Las empleadas del palacio se movían con gracia y destreza a mi alrededor, como artistas preparando su obra maestra. Con manos expertas y delicadas, comenzaron por peinar mi cabello, desenredando los mechones con suaves cepilladas que liberaban su fragancia floral.
Sentada frente al tocador, cerré los ojos y me dejé llevar por las sensaciones reconfortantes que me brindaba el cuidado amoroso de las empleadas. Sus manos hábiles se deslizaban con suavidad por mi cabello, trenzando y retorciendo los mechones en elegantes estilos que realzaban mi belleza natural.
Mientras tanto, otras dos empleadas se ocupaban de seleccionar los accesorios adecuados para complementar mi atuendo. Me colocaron delicadamente pendientes de plata y perlas que brillaban con luz propia, y adornaron mi cuello con un collar de finas cadenas que caían en cascada sobre mi pecho.
Una vez que el peinado y los accesorios estuvieron listos, llegó el momento de vestirme. Las empleadas seleccionaron con esmero el vestido que luciría ese día, deslizando suavemente la tela sobre mi piel y ajustando cada pliegue y detalle con precisión meticulosa.
Finalmente, me miré en el espejo y me quedé maravillada por la transformación que habían logrado las habilidosas manos de las empleadas. Me sentía como una princesa de cuento de hadas, lista para enfrentar el día con gracia y elegancia.
Agradecí a las empleadas con una sonrisa radiante Después de estar lista, salí de mi habitación con la expectativa de encontrarme con Ian, pero no lo vi por ninguna parte. Supuse que quizás había salido a atender algunas responsabilidades o a ocuparse de algún asunto urgente. Sin embargo, esa ausencia momentánea de su presencia hizo que me preguntara por su paradero, sintiendo una ligera intriga mezclada con curiosidad.
Decidida a no dejarme llevar por la incertidumbre, me dispuse a explorar el palacio, aprovechando la oportunidad para familiarizarme con cada rincón y cada detalle de aquel lugar que se convertiría en mi hogar durante mi estadía en Eldoria.
Recorrí los amplios pasillos adornados con tapices y obras de arte, admirando la majestuosidad de la arquitectura y la belleza de los jardines que se extendían más allá de las ventanas. Cada estancia que atravesaba parecía tener su propia historia que contar, y me sentí atraída por la magia y el misterio que envolvían aquellos antiguos muros.
Observé con fascinación la actividad frenética de las empleadas que preparaban el palacio para el baile que tendría lugar esa noche. Los salones resonaban con el bullicio de las conversaciones y el trajín de los sirvientes que se afanaban en decorar y organizar cada detalle con meticulosidad.
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Guerra de Corazones y Espadas
RomanceEn el reino de Arkania, la joven princesa Amelia vive bajo la sombra de la guerra con el reino vecino de Eldoria. Cuando su pacífico reino es invadido por las fuerzas del príncipe enemigo, Ian, Amelia pierde a sus padres en un cruel ataque. Herida y...