El soldado retrocedió ante la furia de Ian, su rostro palideciendo ante la intensidad de sus palabras. Sin embargo, se mantuvo firme en su negativa a hablar, desafiante incluso frente a la amenaza velada de Ian.
Ian apretó los puños con impotencia, luchando por contener su ira mientras enfrentaba al soldado con una mirada penetrante y desafiante. Sabía que no podíamos permitirnos perder el control en ese momento crítico, pero la frustración de no obtener respuestas comenzaba a nublar su juicio.
Me encontraba en la celda, observando la escena con creciente preocupación mientras Ian perdía la paciencia ante la negativa del soldado a cooperar. Cada vez que intentaba obtener información, el prisionero se mostraba más desafiante, lo que solo parecía exasperar a Ian aún más.
La tensión en la habitación era palpable, y sentía cómo mi corazón latía con fuerza mientras observaba la confrontación. Quería intervenir, detener la escalada de violencia que se avecinaba, pero no sabía cómo hacerlo sin empeorar las cosas.
Entonces, decidí actuar. Con voz firme, dirigí mis palabras a Ian, tratando de calmar su ira desbordante.
—Ian, detente —le dije, esperando que mi tono transmitiera la seriedad de mi petición.
Ian estaba decidido a obtener respuestas, y su determinación era palpable en cada movimiento que hacía. No parecía dispuesto a detenerse ante nada para conseguir lo que quería, y mientras se acercaba al soldado con una mirada despiadada, sentí que la tensión en la habitación alcanzaba su punto máximo.
Mis manos temblaban ligeramente mientras observaba la escena, sintiendo el miedo y la preocupación arremolinándose en mi interior. Sabía que tenía que hacer algo antes de que la situación se saliera por completo de control.
Con voz temblorosa pero firme, interrumpí a Ian en su avance hacia el prisionero, colocándome entre ellos para detener su avance.
—¡Ian, detente! —exclamé, tratando de proyectar toda la determinación y el convencimiento que podía reunir en ese momento.
Ian se detuvo en seco, sus ojos chispeando con una mezcla de furia y frustración. Durante un instante, pareció como si estuviera a punto de ignorar mi intervención y continuar con su intento de obtener respuestas por la fuerza.
Pero luego, lentamente, vi cómo la tensión en sus hombros cedía, y su mirada se suavizaba al encontrarse con la mía. Se dio cuenta de que había ido demasiado lejos, que había dejado que su ira nublara su juicio.
Suspirando pesadamente, Ian retrocedió, apartándose del soldado y dejando caer sus manos a los costados. Sentí un alivio abrumador al ver que la situación se calmaba, aunque fuera solo por un momento.
—Lo siento, Amelia —murmuró Ian, su voz cargada de arrepentimiento mientras se alejaba del soldado y se acercaba a mí—. No sé qué me pasó. Estaba tan frustrado...
.Sabía que Ian no era una persona violenta por naturaleza, pero la situación había sacado a relucir lo peor de él.
Aunque entendía la frustración de Ian, no podía evitar sentirme molesta por la manera en que se había dejado llevar por la ira. Verlo avanzar amenazante hacia el soldado me había llenado de inquietud y desaprobación, y aunque lo había detenido a tiempo, la sensación de malestar seguía presente en mi interior.
Mantuve mi mirada fija en Ian, mis ojos reflejando una mezcla de preocupación y reproche. Aunque sabía que había actuado impulsivamente, no podía evitar sentir que había cruzado una línea que no debería haberse traspasado.
—Ian, no puedes simplemente... —comencé, pero las palabras se atascaron en mi garganta mientras luchaba por expresar mi descontento de manera clara y firme.
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Guerra de Corazones y Espadas
Roman d'amourEn el reino de Arkania, la joven princesa Amelia vive bajo la sombra de la guerra con el reino vecino de Eldoria. Cuando su pacífico reino es invadido por las fuerzas del príncipe enemigo, Ian, Amelia pierde a sus padres en un cruel ataque. Herida y...