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Julián

Entre al estudio de Mari después de alrededor de 20 minutos la encontré dormida en un sofá pequeño que tenia, con algunos envoltorios de golosinas a medio comer.

— gorda, anda a dormir a la habitación— la moví despacio — ¿Querés que te lleve?—.

— no quiero…— me dió la espalda y volvió a dormir. Baje con Emilia que parece no querer irse.

— ¿Sos papá?— negué cuando estuve frente a ella.

— en unos meses lo seré— sonreí y me senté a comer la pizza que pedimos.

— re piola, ¿No? Digo porque estás feliz y acompañando a tu novia— tomo una porción de pizza para llevarla a su boca.

— si obvio, a veces es muy agobiante por los cambios hormonales, la preparación y todo eso— comimos entre charlas y risas como buenos amigos. Ambos habíamos cambiado tanto física como mentalmente. Mari no bajo en ningún momento en los que Emilia estuvo en casa.

Termine lo que comenzamos a preparar y subí a la habitación donde se encontraba con una bandeja. Cuando entre limpio sus ojos y me dió la espalda “escribiendo” algo en un diario que había comprado para poner las fotografías y avances del embarazo.

— amor, ya te vi— deje la bandeja a lado para agacharme a su altura— ¿Qué tenés?— tome su mentón para que me mirara, solamente gane que quitará mi mano de mala manera.

— nada, vete— siguió revisando el libro mientras pegaba las ecografías— vete, quiero estar sola—.

— no me voy a ir hasta que me digas porque lloras— seguía ignorando mis palabras— ¿Te duele algo?—

— no, Julián. No tengo nada— respondió mirándome por primera vez, sus ojos estaban inchados y rojos— ¡andate, no quiero verte!— su tono de voz subía al punto de gritar.

— Mari no estamos discutiendo, no tenes que gritar. Está bien si querés que me vaya solo quería hablar bien con vos— salí del estudio para ir a nuestra habitación y tirarme en la cama. Las situaciones así me agotaban y frustraban solamente le daba su espacio para que estuviera mejor y con el paso del tiempo lo tomaba con normalidad por los cambios que ella vivía.

Me frustraba el hecho que solo durmiera cuando no tenía algún show, entendía que estuviera cansada, pero nisiquiera quería salir a pasear con las perras. Solo quedaba apoyarla sin invadir de más; las situaciones no quedaban resueltas, no obstante, quería hablarlo sin ser muy intenso.

𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑎𝑛𝑒𝑐𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora