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Julián

—¿Por qué saliste de casa así?— le pregunté después de que Mauro se fuera— me re asusté—

— no sé, no me sentía bien…— solo respondió eso, estaba bajoneada y se le notaba en la cara, sus acciones no eran las mismas.

— ¿Te sentís mal?— hice mimos en su cabeza y se alejo.

— ¿Te cogiste a Emilia?— soltó de una mirándome a los ojos.

—¿Qué?— la mire sin entender— ¿De dónde sacas eso?— sus labios hicieron un puchero amenazando con llorar.

— creí que en algún momento pasó algo entre los dos y…— comenzó a llorar— nada, descansa — me dió la espalda abrazando la almohada.

— para esas inseguridades, no estuve ni estaré con otra mujer diferente a vos, ¿Por qué preguntas eso? Sabes que te amo un montón y estoy feliz con vos a penas que los cambios son difíciles nos adaptamos a ellos. — la abrace— estaré con vos siempre— la abrace haciendole mimos— ¿Emilia te dijo algo?— asintió entre sollosos.

— dormí, estás cansado— me miró todavía con un puchero en su cara y negué— solo poquito— jugo con mi pelo para que durmiera.

— ¿Querés intentar hablar con tu familia?— nego— solo llamalos y anda a Quilmes, voy con vos—.

— no les importa, creo que será mejor así— me abrazo calmando su respiración hasta quedarse dormida en mi pecho. Le hice mimos pensando en lo que Emilia pudo decirle, estaba muy sensible, pero fue algo bastante importante para María. Verla dormir después de llorar me hacía sentir culpable, la obligaban a convivir con alguien que no le agradaba y no me daba cuenta de esta situaciones hasta hoy.

𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑎𝑛𝑒𝑐𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora