Capítulo 3: encuentro inesperado.

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Una hora de viaje bastó para llevarla hasta su destino

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Una hora de viaje bastó para llevarla hasta su destino. Summerfield era una ciudad grande, a varias millas de distancia de Atlanta, cuyos edificios, aunque no tan grandes como los de la otra ciudad, se alzaban al cielo con majestuosidad. Los ojos de Fate brillaron de emoción al imaginarse como sería su estancia allí. Haría montones de amigos y tendría multitud de siervos a su disposición. «Aunque bueno, primero tendrán que aceptar ser mis siervos», pensó con preocupación.

Lo primero sería encontrar a Iva. Se apeó del bus y respiró con fuerza para captar los aromas de la ciudad: basura cercana, el humo del vehículo y los perfumes de algunas señoras que caminaban por la calle, demasiado fuertes para que ella lo encontrara agradable. Arrugó la nariz y por poco no expulsó la comida.

Los pulsos de su interior se hicieron un poco más fuertes cuando se centró en los transeúntes, pero los ignoró con facilidad. Preguntó a uno de ellos si conocía a Iva, pero no obtuvo la respuesta que buscaba. Lo intentó una y otra vez a todos los que pasaban, sin éxito. Parecía que la misma suerte que la había acompañado para permitirle escapar de Stephen y Venette la había abandonado al llegar a la ciudad.

Recorrió un callejón y se sorprendió de inmediato al olfatear de nuevo. Aquel aroma no era humano, desde luego. Lo reconoció enseguida, tan familiar como el mismo acto de respirar: vampiros. El sitio parecía peligroso, pero ella también era una vampira. Sin temor a que le hicieran daño se paseó a grandes zancadas hasta llegar ante el primero. Era un tipo rudo, calvo, nariz prominente y con bigote, con grandes brazos que casi igualaban en grosor al de su cabeza. Permanecía en forma humana, pero su sola presencia ya intimidaba lo suficiente.

Sus ojos castaños la escrutaron antes de componer una expresión de desagrado que la chica evitó mirar en la medida de lo posible. Acababa de llegar y no tenía intención alguna de meterse en problemas con nadie, mucho menos con semejante tipo que le sacaba una cabeza. Continuó su camino, relajada, sin ser molestada en ningún momento. «Mejor no vuelvo a pasar por esta callejuela mientras pueda», pensó.

Recorrió calles más amplias y trató de buscar a Iva allá por donde pasaba. Nadie lo conocía o lo había visto. Ni siquiera emplear su descripción sirvió de algo. Abatida, decidió buscar un sitio amplio donde poder beber un poco de agua. El calor de finales de Agosto era intenso y la chica agradecía cada sombra que podía encontrar por el camino.

Llegó por fin a un pequeño parque en el que no tardó mucho tiempo en hallar una fuente de agua. Corrió a una velocidad pasmosa hasta alcanzarla y movió la manivela para poder saciar su sed intensa. Refrescada por fin, trató de llevar a cabo el mismo ritual que en los otros lugares, sin éxito. Era como si nadie lo hubiera visto jamás por ese lugar. ¿Se habría equivocado de sitio? En la llamada con Stephen Iva había dicho que vivía en Summerfield, no podía haberse equivocado.

Un sonido repentino despertó su interés. No se parecía en nada a lo que hubiera escuchado antes. Le recordó un poco a cuando Stephen le hacía una foto con el móvil, aunque no encontró a nadie con aquel aparato en sus manos. Al cabo de un rato volvió a escucharlo y, tras varios intentos, consiguió localizar el origen del sonido.

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