La tarde no podía pintar mejor. El sol iluminaba su cuarto con intensidad al tiempo que ella lo limpiaba de arriba abajo. Al estar dentro del bosque, su casita se llenaba de polvo con mucha facilidad. Para colmo había tenido que hacer otra cama cuando descubrió que entre las ramas se habían colado varios bichos. «Si los pisos y casas no fueran tan caras podría comprar una», maldecía todo el rato.
Oyó pisadas a lo lejos. Se asomó a través de la ventana y vio a Hunter y Daisy antes de llamar su atención. La chica le sonrió mientras corría hacia la entrada, seguida muy de cerca por el joven. Una vez los tuvo delante, los abrazó a ambos con cuidado de no pasarse de fuerza hasta que reparó en algo.
—¿Dónde está Alix?
—Dijo que le había surgido una cosa a última hora y que iría después —le informó Hunter—. Que te lo explicaría luego y que no podía dejarlo para otro momento.
—Bueno, espero que no sea nada grave, no quiero que le pase nada a ella, ni a ella ni a nadie de su familia, ¡y tampoco a vosotros! Tienes que comer mucho, Hunter, se te ve un poquito delgado y...
—Tranqui, tronca, estoy bien.
—No, no estás bien, estás deprimidito —dijo, pues había detectado la mentira escondida entre sus palabras—. Espera, ¿me llamaste tronca? ¡Pero si yo no estoy hecha de madera!
—Tronca es una forma de referirse a alguien a quien aprecias mucho —le explicó Daisy.
—¿Entonces soy vuestra tronca?
Después de que asintieran los dos, volvió abrazarles de nuevo con una intensa sonrisa. Daisy sacó un folio que tenía doblado en el bolsillo y se sentó en una de las sillas antes de mirarla con ilusión.
—¿Te importa si te hago unas preguntas? ¡Es que me muero de ganas de saberlo todo acerca de los vampiros!
—¡Todas las que te apetezcan, tronca! Por cierto, Hunter, ¡mira lo que he comprado esta mañana! —Saltó la distancia que la separaba del armario, que no era poca, y sacó una pequeña bolsa antes de colocarse la prenda en la cabeza—. ¡Ahora podemos ser compis de gorro! También quería hacerme coletas para que Daisy y yo fueramos compis de coletas, pero cada vez que me las hacía se caían solas y no sé cómo hacérmelas, ¡tienes que decirme como!
—Lo que necesitas, mi estimada amiga sobrenatural, son gomas para el pelo —dijo la chica mientras le mostraba las que llevaba puestas, de color rosa—. Son más baratas que el caldero de un Leprechaun, no te costará mucho encontrarlas en una tienda, ¡y ahora mismo te puedo enseñar a hacértelas!
—¡En serio! ¡Muchísimas gracias, Daisy!
—Todo por mi buena amiga sobrenatural, ¡sí señor!
Las dos volvieron a darse un abrazo mientras reían sin parar. Hunter sonreía como un bobo, aunque le parecía que seguía triste por algo. A decir verdad, se mostraba mucho más sereno que el día anterior, cosa que agradecía en su fuero interno después del susto que le había dado, pero esa tristeza le resultaba extraña. Pronto se sentaron los tres mientras Daisy le hacía las preguntas y decidió que, a lo mejor, se divertía un poco si hacía lo que la chica le pedía.
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Colmillitos Anónimos
VampireFate busca tener la cabeza alta y demostrarle al mundo su valía. Alix desea tener un grupo de amigos que la quieran por lo que es. Kara solo quiere recuperar la vida que le arrebataron aquella noche. Daisy quiere demostrar que no hay nada malo en cr...