Capítulo 35: el confidente.

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Su mano se movía ágil y veloz sobre la hoja de la pequeña libreta donde apuntaba siempre sus ideas más descabelladas

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Su mano se movía ágil y veloz sobre la hoja de la pequeña libreta donde apuntaba siempre sus ideas más descabelladas. El plan que había dentro de su cabeza cobraba vida a través del bolígrafo. Había resuelto inconvenientes, había predicho más o menos cuales podrían ser los movimientos de los compañeros de su padre y decidido cuál era la mejor manera de plantear el escenario en el que Fate saltara hacia las alcantarillas para poner en marcha la misión.

Y aun con todo eso no había conseguido encontrar la manera de comunicarse con la chica sin que Venette pudiera enterarse. Bufó debido al cansancio y la frustración. Necesitaba un topo, alguien que estuviera dentro del propio aquelarre y pudiera servir de espía entre las dos facciones sin levantar sospechas. La pregunta era quien debía de interpretar ese papel. Al único que conocía al cien por cien era su padre, y desde luego él no iba a ayudarla.

Tampoco podía contar con alguno de los vampiros. Todos los que pertenecían al grupo de Venette tenían los ojos completamente rojos, tal y como eran los secuaces de Tiffany, indicativo de que estaban bajo su control. Lo mirase por donde lo mirase solo le quedaba confiar en Kara y sus habilidades, y ni con esas lograba encontrar una forma de que pudiera transmitir el mensaje sin que se enterara Venette. Sus pensamientos se interrumpieron cuando su madre llamó a la puerta.

—¿Puedo pasar? —Alix asintió y la mujer entró para sentarse a su lado. Observó de reojo las notas que había tomado su hija y frunció un poco el ceño—. Habrás estudiado, al menos.

—Sabes que me pongo con esto en mi tiempo libre —dijo al tiempo que ponía los ojos en blanco—. Tampoco quiero descuidar el examen que tengo la semana que viene.

Tras asentir, la mujer sacó una hoja de papel y se la entregó en mano.

—Mensaje de parte de Fate. Que conste que yo no te he pasado nada, ¿me has oído?

—No quieres que papá se entere, ¿verdad?

—Yo estoy fuera de vuestras tonterías. Solo me han dado esto y mi parte ya está cumplida —dijo mientras le daba un beso en la mejilla y se daba la vuelta—. Por cierto, tírame luego la ropa sucia y ordena tu cuarto, que está hecho una leonera.

—¡Ahora mismo, jefa! —Las dos rieron mientras la mujer cerraba la puerta tras de sí.

Alix obedeció a su madre de inmediato, pues le serviría para despejar un poco la cabeza. Se guardó, antes de nada, la nota en el bolsillo y empezó con las tareas. Quince minutos después, cuando ya hubo terminado, avisó a sus amigos para que fueran todos a Skype mientras colocaba la web cam para que todos pudieran verla.

—¿Qué es tan importante para que nos hayas citado a todos? —preguntó Hunter nada más unirse.

—¡Eso! ¿Tienes el plan listo?

—Un poco pronto me parece, Daisy, ¿no crees? —opinó Kara.

—¡Tengo un mensaje de la propia Fate! —anunció con una sonrisa, desplegando la hoja de papel ante sus narices—. No la he leído todavía, pensé que lo mejor sería hacerlo todos juntos para ver que dice.

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