Capítulo 6: investigación de campo.

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La semana terminó bien para Alix. Entre el instituto, los estudios, las quedadas con Fate por las tardes y los recreos junto a Daisy, su estancia en Summerfield había empezado a convertirse en una rutina agradable. Incluso se llevaba bien con el grupo de Jessica, con Harmony, la chica que llevaba el periódico, y con Hunter. El día después de su quedada ya habían conseguido elegir la foto indicada para el artículo del muchacho, que vería la luz al final del mes de septiembre cuando se hiciera la primera tirada.

El fin de semana, en su mayoría, lo había pasado al lado de sus padres, tranquila y relajada a partes iguales. También salió un rato con Fate y fotografiaron un rincón de la ciudad donde las vistas eran espectaculares. Todo marchaba tan bien que Alix recelaba un poco en su fuero interno. ¿A lo mejor no había despertado de la noche anterior a su llegada a Summerfield y todo era un sueño? Eso explicaría que Fate fuera una vampira. Por suerte, con el pasar de los días, esa sensación de irrealidad se desvaneció poco a poco hasta que comenzó a aceptar que su vida había cambiado para mejor.

Aquella mañana, sin embargo, pareció romper la monotonía de un plumazo. La causante fue Daisy, quien nada más entrar por la puerta principal, recorrer el pasillo y encontrarla con la mirada gritó su nombre para llamar su atención y no se detuvo hasta alcanzarla.

—¡Te necesito urgentemente para esta noche!

—¡Buenos días para ti también! —dijo a modo de saludo—. ¿Ocurre algo importante?

—¿Importante? No, es más que eso: ¡importantísimo! —exclamó con fuerza—. Me han llegado unos rumores fuertísimos de que en el bosque está ocurriendo un evento sobrenatural, ¡y estoy cien por cien segura de que un críptido muy famoso se encuentra en las cercanías de Summerfield!

Alix se cruzó de brazos, interesada ante la noticia.

—Así que un críptido muy famoso, ¿eh? Dime, ¿de cuál de ellos se trata? Hay bastantes, la verdad.

—Pues mira, ayer hablé con una amiga bloguera que va al otro instituto de la ciudad y me contó que hay gente que no para de encontrarse ardillas muertas por el bosque, ¡una locura! —La chica hizo aspavientos con las manos—. Y no parece que haya sido una enfermedad. Todas tienen como agujeros en el cuerpo, ¡lo que quiere decir que, con toda posibilidad, hay un chupacabras suelto por la ciudad! ¿No te parece alucinante?

—¿Un chupacabras? ¿El bicho ese que chupa sangre de vacas y rebaños?

—¡El mismo! —La ilusión en sus ojos era más que palpable—. ¿Te imaginas que pudiéramos encontrarlo y publicar fotos reales de esa criatura? ¡Seríamos las primeras en hacerlo! Tú te harías famosa por tus fotografías y yo por descubrir por fin que los críptidos existen, ¡las dos salimos ganando!

—¡Una idea estupenda! —le apoyó Alix, pese a que se hacía una idea de quién podría ser la culpable. Las dos empezaron a caminar hacia el interior de la clase al ver que el profesor acababa de abrir la puerta—. Entonces, ¿no sería mejor hacerlo a plena luz del día y...?

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