Capítulo 37: la amenaza.

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—Agradezco muchísimo la ayuda que me has prestado

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—Agradezco muchísimo la ayuda que me has prestado.

Hunter y Harmony se hallaban al principio de la cola del cine. Mientras terminaba de pagar los dos tickets, cosa en la que había insistido el muchacho, avanzaron rumbo al interior del edificio.

—Así que esto solo es un premio por haberte ayudado a evitar que Daisy fuera pillada por alguna razón.

—Sí, bueno, —Hunter se rascó la cabeza, muy nervioso—, no te voy a negar que estamos haciendo algo, pero la verdad es que me apetecía quedar contigo de hace tiempo.

—¿Ah, sí? —Las mariposas de su estómago se removieron inquietas cuando la chica posó sus ojos castaños en los de Hunter—. Ahora siento curiosidad por ver el artículo que va a preparar Daisy para el mes que viene.

—Uno la mar de interesante, te lo aseguro, tía —dijo Hunter, siguiéndole la corriente.

Trató de calmarse un poco, pues la sonrisa de Harmony detuvo hasta al mismísimo tiempo a su alrededor. Sus labios carnosos, su mirada perspicaz, su sedosa melena rubia... Decidió desviar la mirada, cohibido, para evitar distraerse de nuevo y se centró en un pequeño puesto donde servían comida y bebida. Aunque tenía intención de pagarlo todo él, Harmony se negó en rotundo y pagó las bolsas de palomitas de su propio bolsillo. Le sonrió una vez estuvieron listos para entrar y la sonrisa bobalicona no desapareció de su rostro incluso cuando lograron encontrar dos asientos libres y se sentaron en ellos.

—Bueno, ahora en serio, —La chica juntó sus manos y la ceja derecha levantada, una expresión que hizo que temblara de nerviosismo—, ¿por qué me has invitado?

—Yo, pues, —Sus mejillas se encendieron como bombillas y le ardían tanto que no le extrañaba que pudiera tener fiebre—, me caes bien y, aparte, creo recordar que te debía una peli.

—¿Me debías eso?

—Sí, ¿no? Te dije, «bueno, tía, un día de estos quedamos para ver una película tú y yo juntos, ¡la que más te guste!»

En su fuero interno deseó pegarse un tiro, pues esa promesa se la había hecho a la propia Alix. «Tendré que invitarla un día de estos para no quedar como un capullo», pensó el chico.

—Pues no me suena, pero bueno. —Harmony se encogió de hombros y se llevó un puñado de palomitas a la boca—. Mira, ya va a empezar.

La película en sí era interesante, pero no tanto como la chica que tenía al lado. La comentaron durante el transcurso de ésta, se rieron hasta toser y llorar como bobos y se entristecieron en un par de escenas. Harmony le dijo que le iba a quedar una review preciosa en su próximo artículo, cosa que el muchacho admitió con una tímida sonrisa, pues le estaba gustando bastante.

Una vez terminó, los dos salieron muy cerca el uno del otro hasta el punto que Hunter podía jurar que sentía como si una corriente eléctrica cruzara de la chica a su cuerpo dándole un escalofrío en la nuca. Los dos señalaron algunas cosas que les habían encantado y otras que no tanto, como el dichoso triángulo amoroso. Para Hunter, esas cosas no sucedían en la vida real. Demasiado fantasioso para ser verdad.

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