Capítulo 16: ecos del pasado.

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Las manos le temblaban mientras sentía como su cuerpo ardía. Todo su ser se retorcía y ella trataba de ignorarlo, conforme aquella agonía se extendía más y más dentro de ella como una enredadera.

—Tienes que largarte ya, antes de que lleguen.

—¡No voy a dejarte solo! Ese monstruo no se va a levantar más, llamaré a una ambulancia y...

—¡Es tarde, Kara! —La chica le agarró de las manos, unas manos manchadas de sangre. La herida del torso de su hermano no tenía buena pinta—. Cuando te transformes, no podrás controlarte con todo el estropicio... que he montado. Tienes que irte de... de aquí antes de que aparezcan y traten de apresarte.

—¿Y dejarte, así sin más? ¡No puedo hacer eso! —El dolor subió a su garganta y notó como se instalaba en sus dientes. Una agonía pulsante que la hizo gritar de nuevo. Se sentía débil y mareada, pero trató de centrarse—. Te voy a sacar de aquí y volveremos a casa pronto, solo...

Su hermano reunió las pocas fuerzas que le quedaban para tocarle la cara.

—Huye. Escóndete en el bosque y caza animales. No te acerques a la ciudad... ellos podrían encontrarte... si lo haces. Te quiero. Siento haberte metido en... esto.

El brazo de Roger chocó contra el suelo para no levantarse más. Kara gritó mientras sostenía entre sus brazos a su hermano, sin vida ya en sus ojos verdes. Lo meció entre llantos de súplica, mientras la agonía se instalaba en todo su cuerpo. Notó una última sacudida de dolor, tan intensa que se derrumbó en el suelo mientras gritaba y notaba como aquella ponzoña terminaba de cambiar su cuerpo.

Todo se hizo más ruidoso a su alrededor. Inhaló aire por sus fosas nasales y al instante un fuerte pulso que comenzaba a latir dentro de sus sienes hizo que el hambre tomara el control. Cuando se dio cuenta de lo que hacía vio su propio reflejo en la enorme mancha de sangre que rodeaba el cadáver. Una monstruosa versión suya de ojos rojos le devolvió la mirada.

Ahí fue cuando Kara despertó en su cama, sobresaltada y perlada en sudor.

Su pesadilla recurrente la tenía más que harta. Bufó al encontrarse con la realidad y trató de relajarse un poco. El latido extra de un corazón muy cerca de ella hizo que girara la cabeza hacia la entrada de su cuarto, donde su madre la miraba con preocupación.

—Perdón, he tenido una pesadilla.

—Lo sé, hablabas en sueños. —Kara se sintió culpable de inmediato y bajó la mirada a la vez que trataba de controlar las leves pulsaciones de su cabeza.

—Bajaré enseguida a desayunar, voy a darme una ducha.

Tras asentir, la mujer desapareció de su vista. Más relajada, Kara revisó su móvil y vio unos cuantos mensajes de Alix. Al leerlos se sobresaltó al comprender la gravedad de la situación. Se desvistió a todo correr y se dio una ducha corta antes de vestirse con una camiseta roja con el dibujo de una calavera en llamas estampado en ella y unos vaqueros azules y bajó por fin a matar el gusanillo.

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