Capítulo 20: el precio a pagar.

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La mañana amaneció con nubarrones que amenazaban con descargar una lluvia torrencial a la menos oportunidad. No había ni rastro del sol, oculto bajo el gris de los cúmulos que ocultaban el cielo. Kara agradeció un poco el clima de aquel día, pues la luz a veces le resultaba molesta, sobre todo desde que se había transformado en vampira.

Alix la esperaba donde siempre, a escasos metros de su portal. Su aroma trajo consigo los pulsos que tan bien conocía ya, aunque le fue fácil ignorarlos. Poco a poco se había acostumbrado a ellos y, conforme pasaban los días, le resultaba más fácil mantenerse relajada y bajo control gracias al truco de Fate.

-Buenos días -saludó Alix. Su sonrisa parecía forzada y Kara pareció comprender porqué.

-¿Qué pasó anoche? Vi a Fate montándose en una limusina y no me gustó ni un pelo la pinta de esa mujer que la acompañaba. No sería una cazadora, ¿verdad?

-Que va, era la jefa de mi padre, que resulta que era una vampira y familiar de nuestra querida amiga.

Mientras caminaban le informó de todo lo sucedido, desde que la misteriosa persona que había buscado la chica había resultado ser su padre hasta la razón por la que había escapado de su casa. Cuando terminó, Kara no sabía ni que decir.

-Joder, tía, eso sí que es fuerte. Lo de tu padre ni había caído cuando me lo dijo, sabía que me sonaba el nombre, pero pensaba que lo había oído por ahí y, bueno...

-Tan despistada como Hunter para los nombres, por lo que veo.

-No te haces una idea. -Las dos rieron como tontas, aunque Kara dejó de hacerlo al recordar algo. Se miró las manos nerviosa, temiendo la reacción que pudiera tener la otra chica-. Alix, tengo que contarte una cosa y no quiero que te la tomes a mal.

-¿Ocurre algo malo?

Kara tardó un poco en contestar.

-No lo sé, es solo que he estado dándole vueltas al tema toda la noche. Ahora que me controlo un poco mejor y eso, había pensado en...

-¿Habías pensado en...? -repitió a modo de pregunta. Levantó una de sus cejas a la espera de una respuesta que tardó en llegar.

-Yo... pues... quiero pedirle disculpas a Harmony para ver si puedo regresar al periódico.

Lejos de la reacción que esperaba, Alix estalló en carcajadas que le sacaron los colores. Avergonzada, dejó de mirarla y aprovechó para girar la cabeza en otra dirección para acallar los pulsos.

-¿Cómo me voy a enfadar por eso, Kara? ¡Eso es genial! Por mi encantada, ¿qué problema va a haber con eso?

-Es que, bueno, yo me dedicaba a dibujar las portadas y los distintos apartados, y como ahora tú eres la encargada de las fotografías pues pensé que te iba a chafar por meterme de nuevo y suplantarte.

Colmillitos AnónimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora