Capítulo 30: el pasado regresa.

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Alix rebuscaba entre los cajones en búsqueda de una vieja bufanda amarilla que tenía

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Alix rebuscaba entre los cajones en búsqueda de una vieja bufanda amarilla que tenía. Era viernes por la tarde y los chicos, con la intención de distraerse de la misión de rescatar a Fate, habían quedado para ver el primer partido de fútbol americano de la temporada. Ignoraba contra que equipo iban a jugar los guepardos de Summerfield, el equipo de su instituto, pero estaba segura de que sería un partido sensacional.

Tras un buen rato consiguió encontrar su objetivo. La prenda en cuestión era un regalo de su difunta abuela Calina por su onceavo cumpleaños. Le tenía muchísimo aprecio, tanto que la había tratado con el mayor cariño que había podido. Fue a cerrar el cajón cuando sus ojos repararon en un pequeño libro que descansaba debajo de ésta. Sus manos lo agarraron con cierto temor.

Negó con la cabeza a toda velocidad mientras lo levantaba y le echaba un vistazo. Se trataba de su antiguo anuario. Ojeó las páginas hasta que llegó a la parte que más le dolía. Una foto de ella, donde salía con el cabello más corto y una sonrisa forzada. Resopló cuando vio el rayajo que le había hecho al libro, justo al lado de su apellido. Encima, casi pegado al borde inferior de la fotografía, había escrito Alix con letras mayúsculas.

Terminó por dejar el cuaderno dentro del cajón antes de cerrarlo de inmediato. Casi podía escuchar las risas detrás de ella, crueles y despiadadas. Se dijo a sí misma que esa época había pasado por fin. La había dejado atrás y ya no iba a regresar nunca más para atormentarla. «Ahí os pudráis el resto de vuestras vidas», pensó con rabia.

El timbre hizo que alejara los malos pensamientos de una vez y bajara a abrir la puerta. Se colocó la bufanda alrededor del cuello sin perder tiempo. No es que hiciera frío, todo lo contrario, pero no quería llevarla todo el rato en la mano hasta el partido. Abrió por fin y cerró tras de sí. Chocó los cinco con Kara y se pusieron las dos a caminar hacia la casa de Hunter para recogerle, como habían pillado ya por costumbre.

—¿Cómo llevas el autocontrol?

—Cinco tragos de sangre para poder soportar el impulso —contestó con una sonrisa torcida—. Ahora solo falta ir reduciendo hasta que pueda resistir como Dios manda.

—No tardarás mucho en mejorar en eso, ya lo verás. —La chica le dio una palmada amistosa en el hombro—. Yo ya he pensado en varias cosas que necesitamos averiguar cuanto antes, la cosa está en que Daisy no podría hacerlas todas sin levantar sospechas.

—¿Cómo cuáles? —En vez de enumerar la larga lista, Alix sacó su libreta de siempre y se la entregó a su amiga para que pudiera ver las anotaciones. Kara las leyó en silencio, asintiendo en el proceso—. Sí, desde luego encontrar a Fate y entregarle nuestros planes sin que se enteren va a ser el verdadero reto.

Alix asintió. Tenía varias ideas, pero todas eran arriesgadas a su manera, pues si su padre la pillaba...

—Sé por mi padre que Venette ya sabe lo que hicisteis tú y Hunter el miércoles por la tarde —dijo, al cabo de un rato—, y en cuanto a Daisy no pareció darse cuenta. O, de haberlo hecho, no ha dicho ni pío.

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