Capítulo 36: colmillitos.

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—Entonces dirigimos el restaurante Bridgetown, el Lovegood, el hotel Salas y la cafetería Heart, entre otros negocios, ¿verdad?

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—Entonces dirigimos el restaurante Bridgetown, el Lovegood, el hotel Salas y la cafetería Heart, entre otros negocios, ¿verdad?

Ante la pregunta de Fate, Venette entrecerró los ojos.

—¿Qué intentas averiguar?

—Bueno, si voy a heredar algún día todo el territorio y dirigir el aquelarre, tendré que aprenderlo todo, ¿no? —Fate se cruzó de brazos, molesta—. ¡Deja de mirarme así! ¡Esto no tiene nada que ver con el desafío!

—¿Quién te lo ha dicho?

—Stephen. —La chica se encogió de hombros—. Mientras practicábamos baile le pregunté sobre ello, ¡y no puso tantas pegas!

—La mayor parte de los negocios importantes del centro de la ciudad, además de unas cuantas calles al sur de este —indicó la mujer por fin—. No todo, por supuesto, pero dejémoslo en... ¿un diez por ciento de los establecimientos? Sí, más o menos. Luego, por supuesto, está una pequeña tienda de moda que protegen Theodor y su banda, por lo que tenemos cierta familiaridad con ellos por eso, y junto a Lucius...

Fate trató de memorizar todo lo que la mujer le contaba para apuntarlo en sus notas más tarde. Mientras la mujer hablaba continuó devorando su plato, unas costillas a la barbacoa que, para su gusto, estaban algo sosas. También le pidió alguna que otra noción de economía sobre cómo iban dichos negocios, y aunque apenas entendía gran cosa decidió que sería útil que se lo explicara más a fondo Stephen.

Cuando terminaron de comer y recoger un poco la mesa, Fate se retiró a su cuarto, como tenía por costumbre hacer. Aguardó hasta que Venette saliera del piso mientras anotaba todo lo que habían hablado y solo entonces, tras asegurarse de que se encontraba lejos, desplegó la carta que Stephen le había traído aquella mañana.

Sonrió al ver el plan que Alix había planteado e incluso se sorprendió al saber que ya sabían hasta su paradero. «Madre mía, pensé que les iba a llevar más tiempo». Desde luego, cuando se trataba de planes, podía contar con su mejor amiga. Con el papel en la mano, se acercó al balcón con cuidado y revisó la calle hasta dar con la tapa de alcantarilla que mencionaba Stephen en la hoja. No le costaría mucho llegar hasta allí de un salto, pues se hallaba a pocos metros de la acera, una distancia que no sería difícil de sortear. Solo tendría que pasarse un poco para aterrizar justo en el lugar acordado.

Feliz de que todo estuviera resuelto, escuchó con atención los sonidos que venían detrás de la puerta. Su vigilante habitual solía permanecer cerca del cuarto en todo momento para evitar que pudiera escaparse, pese a que ya había asegurado varias veces que no iba a hacerlo. Se sentó en la silla de nuevo y comenzó a redactar la respuesta que quería que Stephen le diera a Alix de su parte.


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