Capítulo 18: destinadas a encontrarnos.

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La tarde del miércoles era tan soleada que el calor les hacía sudar. Daisy llevaba en una bolsa una pequeña botella de agua que en un principio había permanecido fresca. Ahora, a pesar de que la había sacado hacía veinte minutos del frigorífico, estaba caliente, aunque faltaba mucho todavía para que se volviera caldo de pollo. O, dadas las circunstancias, en caldo de dragón.

Cuando entraron por la puerta principal de la cabaña avisaron a Fate de su llegada. La chica les indicó a gritos que subieran y eso hicieron, con cuidado de no romper ningún tablón. La madera, desgastada por el paso del tiempo, crujía bajo sus pies con fuerza. El último tramo de escaleras lo recorrieron a base de saltos, algo que divirtió mucho a Daisy pero que molestó un poco a Hunter. Luego de llegar hasta la vampira, los tres se abrazaron y se sentaron para relajarse por fin.

—Sí que te has puesto las pilas, tía —dijo Hunter con sus ojos fijos en el cuarto—. Esos subnormales debieron de dejarlo todo patas arriba.

—Que va, no volcaron nada. ¿Habéis vuelto a ver a Tiffany?

—Ni una pista de su paradero —informó el muchacho—, como si se la hubiera tragado la tierra. En el instituto ha corrido el rumor de que unos asesinos mataron a varios de sus compañeros cuando, según Miguel, los han metido en una especie de cárcel, pero de ella no han dicho nada, así que...

—Ha tenido que sobrevivir a lo de anoche —comprendió Fate—. Bueno, al menos estaréis bien, ¿no? Dudo mucho que se atreva a haceros algo, ahora que los vigilantes saben que ella es una vampira.

—Tarde o temprano caerá, ¡ya lo verás, amiga! —Daisy iluminó su rostro con una sonrisa tan amplia que contagió a Fate en el acto—. Además, hoy no pongamos caras largas: ahora que tenemos libertad y no corremos peligro, es hora de que te ayudemos a buscar a tu amigo Ivankov.

—Exacto, y a Alix seguro que se le ocurre alguna cosa para lograrlo —añadió Hunter.

Fate sonrió con intensa alegría, aunque pronto se dio cuenta de que allí no estaba la muchacha.

—¿Dónde está Alix, por cierto?

—Nos dijo que viniéramos sin ella, que se le iba a hacer tarde. Parece que es el cumpleaños de su viejo y se iba a quedar un rato con su vieja para hacerle un pastel o no sé qué.

—Sí, era un pastel —le apoyó Daisy—, pero no pasa nada: podemos pensar en algo mientras ella no viene, así que venga, ¡a darle a la cocorota!

—Bien, vamos a usar la chola: soy un tipo llamado Ivankov, la complexión de un armario empotrado, apariencia de ruso, me ando con vampiros... Bueno, eso último no vamos a usarlo para encontrarlo porque la peña dirá, ¿pero quién es este loco?

—Tal vez si nos dices más detalles sea más fácil: color de pelo, su apellido, algún familiar...

—Pues... tiene una mujer y es padre, ella se llama Lily y su peque... Jo, ¡esa no me la sé!, pero bueno, sé que la madre de Iva se llama Calina, debe de ser muy mayor ahora mismo porque pasó mucho tiempo desde que la vi por última vez, los humanos envejecéis así que, pues eso, y en cuanto a su apellido es Sixaliyeva, tiene el cabello castaño y...

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