Capítulo 17: cacería.

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Era noche despejada

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Era noche despejada. La calle era amplia y sin embargo a Fate se le antojaba estrecha. Las miradas se detenían de vez en cuando en ella y se sentía intimidada, pero tras la explicación de Kara y la promesa de que no iban a hacerle nada bastaba para fiarse de su palabra, pese a que la desconfianza hacia los que decían ser vigilantes que tenía delante seguía vigente en lo más hondo de su corazón.

La otra vampira estaba alejada de ella por unos metros, con la mirada puesta en cada uno de los cazadores. La mayoría evitaban mirarla, intimidados con su sola presencia. Sin embargo, y a pesar de la lejanía, no estaba sola. Aunque Alix había estado de acuerdo con que solo fueran Kara y Fate, Hunter se había negado en rotundo y allí estaba, a su lado sin moverse ni un centímetro. Cada vez que su mirada se fijaba en uno de los otros muchachos en concreto parecían saltar chispas, como si se odiaran a muerte. Parecían dos perros gruñéndose y a punto de saltar a la garganta del otro a la menor oportunidad.

—Está la tropa completa —susurró Hunter, más serio de lo que le había visto en mucho tiempo—. Hasta ha venido Richards. Que raro, pensaba que Richards era A positivo, o eso dijo Daisy.

—¿Richards? ¿La del pelo moreno?

—No, la que está allá —señaló con una mirada prudencial—, la del pelo rojo con mechas castañas.

—¡Que tontito eres! —Fate no pudo evitar reír, e incluso Kara, que les había observado de vuelta, sonrió—. ¡Si Kara está de nuestra parte!

—¿La conoces? Espera, ¿cómo que de nuestra parte? ¿Eso significa que...?

—Enhorabuena —le felicitó Kara con una sonrisa sarcástica—, ha ganado el premio a la deducción del año. Pase a recoger su trofeo en la ventanilla quince, Sherlock.

—Vale, ahora sí que estoy perplejo.

Al otro lado uno de los muchachos, el que tenía inquina con Hunter, empezó a reír sin parar.

—Mira que eres idiota, Collins, ¡Kara la vigilante! Oh sí, cuidado.

—Cierra el pico que la tenemos, Rocky.

—¿A qué no tienes pelotas de decirlo de nuevo?

Fate retuvo al muchacho antes de que se le lanzara. Kara se cruzó de brazos y bufó.

—Como sangréis despedíos de participar, que aún no he cenado y tengo hambre.

—Dejaos de pendejadas los dos —le apoyó Miguel—. Rupert, déjate de mamadas y contrólate si no quieres comerte un bocata de puños y te dé de comer a Richards. —Luego miró de reojo a todos, sin detenerse mucho tiempo en cada uno de los presentes—. Tenemos un enemigo en común, y eso es por lo que estamos aquí: para darle caza. Por esta vez habrá tregua: quien ataque a Richards, al pendejo de Collins o a la chupasangre me ataca a mí. ¿Entendido u os lo explico cómo a los bebés?

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