Cuando llegó a la cafetería, Phineas ya estaba ahí disfrutando de algunas rosquillas.
- Espero que no te importe que haya ordenado sin ti - le dijo en cuanto ella se sentó.
- No vine a disfrutar de la comida. Tengo que contarte algo - se inclinó más sobre la mesa -. No me lo vas a creer, pero encontré una libreta mágica.
Después de que le contó todo lo que había sucedido, Phineas soltó una estrepitosa carcajada ocasionando que todos los presentes voltearan en su dirección.
- Calla - le pidió ella usando un tono de voz muy bajo.
- No puedes esperar que te crea todo eso.
- ¿Por qué te mentiría?
- Para vengarte de que me robé tu sándwich - Phineas se encogió de hombros.
- ¿Fuiste tú? - esa vez gritó ella.
Todos volvieron a verlos y ella murmuró una disculpa.
- Te dije: yo mataría por un sándwich. Y tú - el chico la señaló - seguías molesta que ni siquiera notaste lo oculto en mi comentario. Pero es muy tarde para que lo tengas de nuevo, ya me lo comí. Estaba delicioso.
- Phineas, me importa un pepino ese maldito sándwich - exhaló frustrada -. Lo que quiero discutir ahora es todo el asunto de la libreta.
- Estás loca, es mi veredicto.
- No estoy loca - susurró.
- Que lo niegues me hace sospechar que estoy en lo correcto.
Sacó la libreta de la mochila con sumo cuidado, como si le temiera, sus finos dedos apenas y rozaban las gruesas pastas.
La colocó sobre la mesa y le dirigió una mirada a su mejor amigo.- Está linda - fue lo único que él dijo.
- Le dije a mamá que tú me la habías regalado. Te lo digo por si te da las gracias, no reacciones como que no sabes de que habla.
- Bien - aceptó él.
- Sé que no me crees. Pero puedo demostrarte que no estoy loca.
- ¿Cómo? - el chico se cruzó de brazos.
- Escribe algo - le dijo ella mientras buscaba su lápiz dentro de la mochila roja.
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La libreta mágica.
Teen FictionKatherina, una chica con una vida en la que lo más emocionante que sucedía era que su amigo Phineas comiera con ella los viernes. Pero su vida da un giro cuando se encuentra con una libreta que hace que todo lo que ella escriba se vuelva real, de h...