La libreta mágica.

V e i n t i s i e t e.

- ¿Entendiste? - le preguntó Jhon a Kath.

Ella estaba perdida en sus pensamientos. Observando al chico con detalle, preguntándose si él era el propietario de la libreta. Todo apuntaba a que sí pero, también había otro sospechoso: Steve Nicols. Aunque a ella le seguía pareciendo más sospechoso Jhon.

- Kath - pronunció el chico agitando su mano frente a la cara de la chica -. ¿Estás escuchando?

- Sí - susurró ella.

Asintió para asegurarse de que le creyera.
Jhon suspiró estrepitosamente.
- Tomemos un descanso.

Ella aceptó, está era su señal.

- Oye, Jhon... ¿Eres amigo de Steve Nicols? - Kath decidió hacerle esa pregunta porque ya sabía lo obvio, el tipo pertenecía al club de fútbol, tenía cutis perfecto y un cuerpo repleto de músculo.

- Sí. Lo conozco desde la secundaria - sonrió -. Somos grandes amigos.

- ¿Él siempre fue así?

- ¿Así cómo? - Jhon juntó sus cejas y después sus labios formaron una sonrisa.

- Así de... atractivo - la voz de Katherina falló y sus mejillas se encendieron.

Su tutor de matemáticas, soltó una risa que seguro se escuchaba hasta la calle.

- ¿Te gusta? - le preguntó él, aún entre risas.

Kath apretó los dientes y negó con la cabeza rápidamente.

- No, no me gusta - por fin pudo decirle ella -. Sólo tengo curiosidad.

- Antes era feo - admitió Jhon y soltó otra risa -. Tenía el rostro repleto de acné. Pero la vida le dio una segunda oportunidad.

- Entonces, tengo esperanzas - comentó Kath burlona.

Jhon hizo una mueca.

- Y... - Katherina continuó -. ¿Siempre fue bueno en fútbol?

- ¿Seguro qué no te gusta? - quiso asegurarse el chico.

- No me gusta - volvió a decir ella, enfadada.

- De acuerdo - dijo Jhon levantando sus manos -. No te culparía si te gustara, los deportistas somos irresistibles para las mujeres.

Kath rodó los ojos y resopló.

- Y también son idiotas.

- Idiotas irresistibles - el chico le guiñó el ojo, totalmente divertido con la escena.