N u e v e.

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Al día siguiente, Katherina se sentía completamente normal. Hizo lo de costumbre: se duchó, se puso la primera blusa que sacó de su guardarropa y se calzó uno de sus pocos pares de tenis. Después bajó a la cocina para desayunar con sus padres.
Su desayuno fue cereal con trozos de fresa y malvaviscos, ella los adoraba. Un pan de azúcar con sabor a chocolate y un pastelito. Era demasiada comida, pero sus padres insistían en que el desayuno era importante y además a ella no le preocupaba porque era de esas personas que no engordan ni aunque se acaben toda la comida del planeta.

- Ya me voy a la escuela, mamá - dijo Kath levantándose de su asiento.

- ¿No llevarás sándwich hoy? - le preguntó su madre.

- Sí - respondió ella, lo quería para dárselo a Phineas.

Katherina salió de casa y como todos los días, fue a tomar el autobús a la siguiente calle.
En cuanto las puertas del autobús se abrieron, ella se apresuró a entrar, era la única que tomaba el autobús en esa calle.
De inmediato sintió la vista de todos los demás pasajeros sobre ella. Cohibida, se plantó donde estaba y observó por un segundo el rostro de cada uno de los estudiantes antes de que comenzara el alboroto.

- Siéntate conmigo - gritó Kim Lauder, una del equipo de animadoras.

- Katherina, te reservé un asiento - pronunció otro chico, uno de los del equipo de fútbol.

Katherina estaba que no se la creía, casi todos le estaban pidiendo que se sentara con ellos.
Ella saludó a cada uno de los que le hablaron pero rechazó cada invitación y se sentó en el último asiento del autobús, sola.
Algunos la miraron de manera extraña, otros murmuraban y otros pocos que no le hablaron porque no eran nada populares, la ignoraban mientras se metían en sus pensamientos o hacían sus cosas.

Llegando a la escuela, un grupo de chicas siguió a Katherina hasta su casillero.

- Katherina, ¿quieres ir con nosotras al cine esta tarde? - le preguntó Kim.

- No, gracias - fue la respuesta de Katherina.

Las cuatro chicas que estaban presentes se quedaron estupefactas ante la respuesta de la chica más popular de la escuela. Mientras tanto, Kath disfrutaba de rechazarlas. Se despidió de ellas agitando la mano y se dirigió a su clase de arte.

La libreta mágica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora