D o c e.

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Katherina estaba anonadada. ¡El chico más guapo, sexy y popular de la escuela la estaba invitando a una cita!

- No lo sé... - comenzó a decir, llena de inseguridad. Los nervios le estaban mordiendo la lengua.

- Si te decides, me avisas - Jonathan le dedicó una sonrisa a Kath y se despidió con un asentimiento del otro chico.

- Deberías ir - comentó Phineas en cuanto Jonathan se fue.

- ¿Qué?

- Acepta su invitación. Que sirva de algo esa libreta.

Katherina buscó a Jonathan con la mirada por todo el estacionamiento hasta que lo encontró. Hubiera sido más fácil que él le hubiera dado un número de celular pero no, no lo había hecho.

- Kath, ¿ya te decidiste? - le preguntó él en cuanto la vio.

Al chico lo acompañaban Sam y Ronald, sus mejores amigos.

- Sí - dijo ella -. He aceptado tu invitación.

- Genial - exclamó él sin ocultar su emoción -. Te paso a buscar a tu casa, sólo dime tu domicilio.

- ¡No sé qué ponerme! - gritó Kath frustrada en su habitación y rodeada de toda la ropa que tenía.

- ¿Hija? - preguntó su madre, al otro lado de la puerta -. ¿Estás bien?

- No - lloriqueó la chica.

Su madre entró en la habitación y le preguntó que estaba sucediendo.

- Tengo una cita con el chico más guapo de la escuela y no tengo que ponerme - se lamentó Kath.

Su madre soltó una risita y se ofreció a ayudarla.
Después de dos horas, Katherina estaba metida en un viejo vestido de su madre y perfectamente maquillada al natural.
Sonrió frente al espejo, una sonrisa llena de nervios.

- Tengo que capturar este momento - pronunció la madre de Kath y en cuanto su hija volteó le sacó una fotografía -. Luces hermosa.

- ¡Mamá! Sólo es una cita.

- Sólo es una cita - la mujer imitó el tono de la chica -. Y hace unas horas estabas llorando por simple ropa.

Kath le sacó la lengua a su madre y en ese momento sonó el timbre.

- ¡Es él! ¡Es él! - repitió como loca Kath.

- Pero sólo es una cita, ¿eh? - se burló su madre y fue a abrir la puerta.

- Hola, ¿se encuentra Katherina?

- Claro, enseguida sale - le respondió la mujer al chico y cerró la puerta. Le habría hecho pasar pero ella no dejaba entrar a cualquiera a su casa.

- Mamá, estoy nerviosa - admitió la chica.

- Sólo sé tú misma, hija. Eres un amor - le apretujó las mejillas y después la empujó hasta la puerta para que saliera de casa.

- Hola - dijo tímidamente a Jonathan cuando estuvo frente a él.

- Hola. ¿Quieres ir al cine o por helado?

- ¡Helado! - chilló Kath.

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La libreta mágica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora