V e i n t e.

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- Espera - Phineas la tomó del brazo haciéndola retroceder -. ¿No quieres verte en el espejo primero?

- No, sabes que no me importa mi aspecto - le respondió ella.

- Puede que hoy si te importe.

- No, ni hoy ni nunca.

Kath comenzó a caminar.

- ¡Espera! - gritó Phineas -. Es que estás maquillada como payaso.

Kath le dedicó una mirada enfadada, descubriendo todo.

- ¿Lo escribiste en la libreta?

Phineas asintió mostrando una sonrisa y después rió.
Kath se aproximó al espejo de su habitación y dio un salto cuando descubrió que su cabello estaba teñido de color naranja y su rostro lucía como el de un payaso.

- ¡Oye! Me veo horrible - se quejó Kath mientras se tomaba del cabello deseando que fuera una simple peluca.

En ese momento la puerta de su habitación se abrió y Kath y Phineas casi sufren de un infarto. Ambos se quedaron quietos donde estaban mientras la madre de Kath los miraba de manera inquisidora.
La voz de ninguno de los dos chavales pudo salir de sus gargantas. La que si pudo hablar fue la madre de Kath.

- Hija, ¿por qué estás de payaso?

- Ah, yo... - balbuceó la hija en respuesta.

- Quería sacarle fotos, señora - intervino Phineas.

La madre de Kath rió.

- Vaya, el cabello se ve tan real - comentó divertida -. Y el maquillaje es excelente, hija. No te había visto maquillada, te sienta bien.

Ambos chicos acompañaron a la mujer con risas nerviosas, deseando que no los descubrieran y saliera de la habitación para poder volver todo a la normalidad.

- Mamá, ¿podemos salir? Queremos ir por café y rosquillas.

La mujer sonriente hizo un asentimiento de cabeza y se marchó entre risas.

Kath y Phineas soltaron el aire al mismo tiempo. Casi los atrapan.
La chica se encargó de borrar lo que su mejor amigo había escrito en la libreta. La metió en su mochila y ambos salieron de casa después de haberse despedido de la señora Jolss.

Caminaron por las mismas calles por las que llegaban a la escuela desde la casa de Katherina.

- ¿Crees qué nos vaya bien en encontrar al dueño de la libreta? - preguntó Kath.

- La verdad, no tengo idea. Sólo quiero hacer lo correcto.

- Lo sé, pero... No podemos mencionarle a nadie sobre esta libreta. Será muy difícil encontrar a la persona a la que pertenecía sin hablar de la libreta.

Vaya lío que tenían.

La libreta mágica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora