La libreta mágica.

C u a r e n t a y d o s.

El día de la fiesta había llegado, Katherina se arreglaba el cabello frente al espejo. Con el cabello rubio, el vestido azul se le veía estupendo. Todo estaba perfecto en ella excepto su interior, pero ella no quería darse cuenta. O mejor dicho, estaba ignorando sus sentimientos.
Jonathan había quedado en pasar por ella, pero ella no aceptó. Si le hubiera dicho que sí, se arriesgaba a que el recordara que era la casa de Katherina. Aunque lo dudaba, no quería que hubiera sospechas.
Todos los chicos del equipo llegaron en grupos en sus coches a la fiesta. Ya había algunas personas cuando Phineas llegó con los demás, con él también llegaron Jhon y Jonathan.
Phineas aprovecharía este suceso para descubrir quien era el dueño de aquel misterioso cuaderno que le había quitado a su amiga; tal vez algún chico borracho confesara.
- Hola, Steve - saludó Phineas -. ¿Trajiste acompañante?
- Eh, no. ¿Y tú?
- Tampoco. Oye, ¿cómo llegaste a ser del equipo?
- Por, mi talento, como tú - le respondió sonriente.
- Y... ¿sólo eso? ¿Nada mágico?
- ¿Estás drogado, amigo? - se rió Steve.
- No, no. Olvídalo, iré por algo de beber.
- Por supuesto, yo iré con aquella chica.
- ¿Cuál? - preguntó Phineas con curiosidad y siguió la trayectoria de la mirada del otro chico.
Era Katherina.
Resopló y se dirigió a otra parte, a encontrar a otro chico al cual interrogar.
Katherina estaba encantada con la atención que estaba recibiendo, sobre todo por las miradas de celos de las demás chicas. Esta noche si que estaba de humor para llevar a cabo su plan y para aceptar halagos de los tontos chicos.
- Hola, Kathleen - le dijo Jonathan en cuanto la vio, con los ojos brillando.
- Hola... ¿cuál era tu nombre? - le preguntó burlona.
La vista de Jonathan cayó y Kathleen mostró una sonrisa de autosuficiencia, se la estaba pasando genial, y le esperaba algo mejor, según ella. Pero la vida siempre nos sorprende, ¿o no?

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Hola, espero que estén teniendo una bonita noche o día, según desde donde lean.