Capítulo XVI

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Galep

Deje a Claiton y Sean en manos del Consejo. Brittany chillaba tanto, que empezaba a dolerme la cabeza. Era un perra ridícula, piensa que con esos chillidos iba a dar pena y ser liberada, de todos ella acumulaba la mas cantidad de delitos por maltrato que ninguno. Todos serían enjuiciados y castigados.

Durante dos años mantuve a gente de mi confianza, haciéndose pasar por esclavos, dejé que los apresaran para poder demostrar todo lo que sospechaba que estaba ocurriendo, pruebas, necesitaba pruebas para el maldito Consejo y me dejaran ayudar al verdadero Alfa de esta manada y rescatar así a mis hombres.

Cierto es que no era el trato con Braien lo que me impulso a venir, han sido cuatro años de agonía, de búsqueda, Rina no hizo lo que debía, si lo que creyó más necesario, pero fue demasiado tarde y yo esperé en vano que recapacitara, cuando lo hizo no había vuelta atrás solo iniciar una guerra, o implorar ayuda al grupo de viejos adicto a los protocolos. Y lo hice roge y ellos, bastardos chupatintas me pidieron pruebas.

Llegamos a la cabaña, todo estaba tranquilo, demasiado quizás. Un amargo recuerdo recorrió mi cabeza. No podía volverse a repetir. Braien se adelantó a mí para abrir la puerta, y un golpe seco lleno todo. Estaba vacía. Otra vez, la tenía en mis manos y otra vez se había escurrido.

— ¡Braien, quiero una jodida explicación! ¡Mis hombres la vieron venir! ¡¿Donde está?!

— Galep, lo sé, no lo sé, ella debería haber seguido el plan, debería esperarnos a mí o a May en la cabaña.

— Pues evidentemente no está aquí — Gruñí.

Braien se quedó mirando una nota que había sobre la mesa.  No podíamos hacer nada, había huido y con esa nota me demostraba que solo ella sabía dónde debía ir.

Intente no volverme loco, las cosas no las arreglaría perdiendo el control,  Durante todos estos años he aprendido a cultivarla paciencia y eso haria, no debía perder los papeles tan rapido, esperaba, antes o despues recuperarla. Braien me lo había prometido y el Consejo sabia que incluia el trato.  Nadie se podia negar a devolverme lo que era mio, mio por derecho.

Ada

Un aroma a chocolate caliente y tortitas me inundó las fosas nasales. Los placeres de la vida eran pocos pero esto me seguía pareciendo el aroma perfecto para un hogar. El olor de esas dos cosas para mí era saber que estaba en casa. Se que no era mi abuela la que estaba abajo, pero esos aromas me llevaban de nuevo a mí niñez.

Baje las escaleras esperando encontrar a Dana pero solo estaba el desayuno en la mesa y una nota.

“Hoy le cambié el turno a Julieta, estaré temprano de vuelta. No me eches de menos. Espero que el chocolate esté aún caliente cuando te levantes y las tortitas ricas.

                                     Dana”

Mire el reloj, si le había cambiado el turno a Julieta en un par de horas de vuelta a casa, genial hoy podríamos ir a comer fuera. Me encanta comer fuera. Que fácil es acostumbrarse a las pequeñas cosas cotidianas aunque nunca las hayas tenido.

Habían pasado siete meses desde que  llegamos a Gualmer. Las cosas habían ido bien. Antonino estaba intentando averiguar si era posible que pudiera comunicarme con Braien y May, ahora estaría en unos ocho meses de embarazo y me encantaría saber como va y quizás pedir permiso para acudir a su parto al nuevo Alfa.

En teoría sigo perteneciendo a esa manada, pero prefiero seguir viviendo en la zona neutral. Me hubiera gustado poder decirles donde me encuentro, pero ante la falta de respuesta por parte de la familia de Dana, no quisiera dejarla sola, y si les envio mi ubicación sin la seguridad de que la información pueda ser interceptada, el Alfa de la manada Rio Rojo, podría recriminarme ante el Consejo abandonar la manada sin su permiso, no durante el ataque, pero si en este momento. El haber abandonado la manada podría llevarme ante el Consejo y estos revocar el permiso de estar en zona Neutral.

AdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora