Capítulo XXIV

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Desvanecí el cascarón. Seguía sola, me di cuenta que había perdido, que ya era tarde. No pensaba quedarme y ver cómo se supone que la persona que te tiene que querer más que ha nadie no ha podido dar una última pelea, o no ha querido demostrarme que era él para mí.  Prefirió jugar a los secretos y al final los dos hemos perdido, pero yo más que nadie y sin saberlo.

No ha luchado por mi lo suficientemente, si lo sabía ¿Por qué ha decidido dejarme marchar? Agarre una mochila, metí unas cuantas piezas de ropa y salí de la casa. No quería seguir permaneciendo más en ella. Nadie me había dicho nada, pero no hacía falta, todos los apoyaron en su decisión y para más puñalada la dejaron entrar en mi casa.

Las lágrimas salían de mi cara, ¿Por qué lloraba por algo que no podía ser cierto? Mi pareja destinada lucharía por mi, me demostraría que soy para el, eso siempre me dijeron y fíjate, otra mentira más. El amor verdadero no existe, no en la vida de una Druna.

Atravesé el pueblo, mis primeros pensamientos fueron irme a la casa de mis padres, en la puerta el deseo de desaparecer se instauró más duramente.  Entre en la casa, allí pensaría más claramente, si me iba decía ser lejos, pero  ¿dónde?, recordé la tarjeta de la abuela, la saqué de mi cartera y la miré. Con ella podría vivir bien en cualquier lugar, pero su uso delataría donde estoy. Si quiero desaparecer tiene que ser para siempre y sin rastro.

Saqué los viejos mapas que tenía debajo de mi cama. Busque los limites de la zona Neutral con el mundo humano. Tenía que cargar con la mochila no podría transformarme debía buscar el límite más estrecho. Todo en mi cabeza eran preguntas, reproches y la sensación de haber perdido algo que no tenía, pero que ahora deseaba como nadie deseaba algo en este mundo.

“¿Y porque tenemos que huir nosotras? Esta es nuestra manada, nuestra casa que se vayan ellos”

“No le daré el gusto de verme llorar por él Iria, Nosotras no lloramos, nosotras no cedemos, nosotras podemos con todo, pero no le daré el gusto de ver cómo se me parte el alma en dos”

“Primero los destrozaremos”

“No voy a luchar contra nadie por alguien que no ha querido luchar por mi”

“Son nuestros o de nadie Ada”

“No Iria, el ya tomó su decisión”

“Pero ellos son nuestros”

“Ellos ya tomaron su decisión, hablaré con Antonino y nos iremos con el, no huiremos, no dejaré a May sola, cuando haya nacido el bebé marcharemos hasta entonces, que sea el el que se vaya”

Ella estaba furiosa en mi cabeza, yo también quería miles de emociones a la vez, pero tenía que pensar fríamente. Busque a Antonino, para informarle que me había trasladado a la casa de mis padres y que permanecería en ella hasta el nacimiento del bebé una vez que eso sucediera volvería a Gualmer con el.

No podía quedarme cerca, no quería ver cómo la persona que debía hacerme feliz y yo a ella, lo era con otra. Miles de emociones me invadían, debería darme igual, pero por desgracia la venda se había caído. Todos los recuerdos volvieron a mí. Todos los que mi abuela se había encargado de mantener a raya estaban de nuevo flotando en mi ser. La primera vez que lo vi. El primer beso, el sabía que era yo, aún que yo no lo recordara el decía haber echo el intento de hacerme recordar.

El nos había echo perder, ahora debía rechazarme, pero no lo permitiría era mío, eran nuestros. Caí de rodillas, la rabia, la ira todo estaba fluiendo por todo mi mundo. ¿Por qué me busco si iba optar a esto? ¿Por qué me ha mantenido a su lado? Hay que ser un ser retorcido de volver a enamorar a alguien para que te recuerde si después le vas a romper el corazón. Si descubres que no se acuerda de ti déjala, vive tu vida no aparezcas en la suya dando la vuelta a su mundo y después te vayas dejando todo roto y destrozado.

AdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora