Capítulo XXXI

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Desperté con un tremendo dolor de cabeza, y aún una sensación de cansancio excesiva. Lo que había sucedido la noche anterior no debía volver a suceder. Había perdido el control, dejé que la ira, el miedo, la incertidumbre golpearán fuerte soltando todo mi poder. Podría haber matado a todos los que me importan.

Estaba en la cama sola, y por primera vez esa sensación me apretó el corazón, necesitaba darle las gracias. No estaría de acuerdo con sus métodos de sacar información a un prisionero, pero conmigo se ha portado realmente bien.

Me incorpore poco a poco, estaba sentada junto al borde de la cama, mis pies colgaban y la luz rozaba mi piel. Me di cuenta que estaba desnuda, menos una camiseta, un olor a tortitas y chocolate llenaba todo el cuarto, tenía hambre y alguien estaba cocinando mi desayuno favorito y  olía extremadamente bien. Puse los pies en el suelo, la luz que entraba por la ventana no era muy fuerte, estaba casi apagada, aún debía ser temprano.

Lo peor de perder el control, es perder la noción del tiempo y el espacio. Apoye el primer pie en el suelo, comprobando que podría aguantar todo mi cuerpo, coloque el segundo de manera firme y decidida. Era un gran esfuerzo pero debía empezar a moverme si no quería quedarme paralizada durante muchos días. Respire hondo y me incorpore, las piernas flaquearon un poco pero conseguí mantener el equilibrio.

Suspiré, era como si estuviera andando por primera vez. Cuando mis piernas se acostumbraron al peso de mi cuerpo di el primer paso, lo que suele ser una tarea fácil, instintiva desde el día que aprendes andar hoy era como si hubiese olvidado cómo hacerlo. Un paso más, una enorme sensación de cansancio me invadió de nuevo.

Tome aire, respire y avance otro más, cada vez estaba más cansada. No fue buena idea salir de la cama, tenia que poner todo mi esfuerzo en llegar al menos a la puerta para pedir ayuda. Cada paso que daba se hacía un mundo, la puerta parecía cada vez más lejana y yo no creía poder llegar.

Volví a tomar aire, la habitación se había ido oscureciendo a mis pasos o esa era mi sensación, como si estuviera tardando horas en dar cada paso. Un paso más y ya casi estaba, ya casi podía rozar la puerta de madera con mis dedos. Cuando por fin la alcance, la habitación estaba casi completamente a oscuras. Respire apoyada sobre ella, tenía que abrirla no podía quedarme ahí era peligroso si alguien venía a la habitación podía darme un golpe.

Todo mi ser dolió cuando el simple movimiento de agarrar el picaporte y abrir la puerta fue realizado por todos los músculos de mis brazos. Tenía que haber pedido ayuda de otra manera. El pasillo estaba completamente oscuro. Solo una luz tenue procedente de la planta baja llegaba hasta la puerta de mi habitación. Me apoye a la pared y comencé mi camino hasta las escaleras.

Cuanto más me acercaba un murmullo de voces se intensificó.  Estaba exhausta y tan cerca de las escaleras, necesitaba bajarlas, solo bajarlas. Coloque los pies en el primer escalón, me preparé para el descenso, mentalice a mi cuerpo que solo, únicamente había treinta escalones y todo estaría, comería algo y volvería a estar en plena forma. Mi pie derecho se dirigió al siguiente escalón, pero el peso de mi cuerpo fue desviado, y lo único que pude hacer antes de caer rodando fue, sentarme en las escaleras.

El murmullo del comedor era más claro desde aquí. Intenté pedir ayuda, pero mi garganta no podía aún emitir ningún sonido. Cerré los ojos. Una sensación extraña invadió mi cuerpo ¿Y si era una pesadilla?. Abrí los ojos  con terror, todo concordaba, oscuridad, pesadez, no poder hablar, los murmullos en lugar de voces claras.  No tenía nada con lo que hacerme sangrar. Recurrí a lo único que podía converti un dedo en garra y corte la palma de mi mano dejando que la sangre pagara, pero nada cambio seguía en el mismo sitio.

No sabía si era un alivio o una decepción, la incertidumbre la desolación de estar tan vulnerable. Me concentré, y las voces se hicieron nítidas.

— ¿Tú crees que está bien? Lleva demasiado tiempo dormida, quizás deberíamos avisar al médico.

AdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora