Capítulo XXV

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Estaba confundida, ¿Cómo había llegado aquí? ¿Qué estaba pasando?. Tenía varios aparatos conectados a mí. Respiraba mediante una máscara. Intenté levantarme y moverme, pero estaba atada. Entre en pánico. Chille, patale lo que los amarres me dejaban. Tres enfermeras entraron corriendo, un pitido insistente proveniente de las máquinas martilleaba mi cabeza.

Antonino entró, tranquilo, calmado, lo miré sorprendida. El se fue acercando poco a poco a mí cama. Las enfermeras se quedaron quietas y dejaron de intentar ayudarme. Todo era como más lento y frío. Los ojos de Antonino cambiaron de color de su azul mar a un rojo sangre. Cuando quise darme cuenta ya era demasiado tarde, tenía sus colmillos clavados en mi cuello.

Desperté sobresaltada tirada en la arena del área de entrenamiento. Galep estaba arrodillado junto a mí. Me levanté tan rápido como pude. Mire a mí alrededor, todo parecía normal, llevaba la misma ropa que debía llevar, todos estaban como estaban en ese momento.

— Ada, tranquila, has regresado — Rompió el silencio Galep.

— ¿Cómo que he regresado?¿A dónde? — Me dolía la cabeza, estaba confundida, había vivido demasiadas cosas en breves momentos, todo había parecido real ¿Por qué esto no iba a ser igual?

— Tú abuela te enseño a afianzar la realidad inténtalo, si no es real volverás a cambiar de sueño.

Lo miré confundida parecía saber demasiado. Pero si era un sueño tenía razón, afianzando la realidad saldría de él y regresaría. Miré a Braien y le pedí un cuchillo. Hice un pequeño corte en mi dedo y dejé que unas gotas de sangre cayeran al suelo. No pasó nada, todo habían sido pesadillas encadenadas, pero por fin estaba dónde debía estar.

Apoyada contra la pared de las gradas, respire hondo. Vale, nada había pasado de todo lo que había soñado, pero esas pesadillas me estaban mostrando partes de la realidad, tendría que saber cuales eran esas partes.

— No lo intentes ahora. Estás demasiado débil, has gastado mucho poder en dominar a Ryan.
Mis ojos se clavaron en mi interlocutor, era Antonino. La última pesadilla había sido tan real que no pude resistir apartarme  de él. Mi mano se poso sobre mi cuello, todo estaba bien.

— ¿Todo bien?

— Creo que está procesando su última pesadilla, dale tiempo, estabas degustando su sangre mientras ella no podía defenderse.

— No, tranquila nunca tomaría tú sangre, Ada.

— Lo se, pero se sintió tan real, pero… — me gire para mirar a Galep — ¿Tú cómo sabes eso?

Galep se marchó hacia donde se encontraba Ryan. Esté estaba bebiendo agua y discutiendo con Alain. Fui corriendo hacia ellos intentando no morir en el intento.

— ¡Galep te he hecho una pregunta! ¡¿Cómo sabes eso?!

Se giró bruscamente hacia mí, me agarró con su mano del cuello y me puso contra la pared.

— No me grites — Gruñó lentamente en mi oído — Que te permita tratarme como me tratas no te da derecho a gritarme, soy un Alfa y no dejaré que me pongas en ridículo cuestionando lo que quiera o no quiera contarte ¿Entendido?.

Trague saliva, no, no estaba bien, él se está negando a darme una explicación bastante necesaria.  Bajó su cabeza recorriendo con su nariz todo mi cuello.  Quería explicaciones, quería apartarme de él pero a la vez daba igual todo y solo quería quedarme a su lado.

— Te he echo una pregunta Ada — su voz era más ruda, oscura, pero terriblemente calmada y lenta.

Instintivamente enseñe mi cuello en señal de sumisión hacia él, pero en lugar de apaciguarlo, un gruñido salió de él.

AdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora