Epílogo

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Epílogo.

Narra Jackson

—¿Estás listo? —le pregunto a mi niño de tres años que me observa como si estuviese por hacer la mayor hazaña.

Suspiro y enciendo la máquina, Milo festeja haciendo un poco de alboroto sobre la pequeña silla para niños. Comienzo a cortar su cabello pelirrojo heredado por parte de Katia que tanto amo pero que ya se estaba comenzando a poner rebelde.

Compre esta máquina rasuradora hace un tiempo para cortar mi cabello pero hoy, cuando estuve más de una hora para peinar a mi hijo, decidí que sería una buena idea utilizarla con él y al ver que le encantó la idea cuando se la comenté no lo dude. Por supuesto que Katia no sabe nada aun o ya estaría aquí cortándome la mano, ella ama el cabello de nuestro hijo, pero es totalmente consciente de que ya es molesto que el niño este con corriéndoselo de los ojos a cada minuto.

—Escucha hombrecito, no le diremos una palabra a mamá hasta que se dé cuenta ¿entendido? —mi hijo me observa a través del espejo y me sonríe al tiempo que eleva su pulgar hacia arriba.

Estoy enamorado de este pequeño. A veces me encuentro observándolo durante horas hasta que caigo en cuenta de lo espeluznante que puede llegar a ser pero, no pueden culparme, Katia y yo hacemos hijos hermosos. Ya estoy convenciéndola de tener más aunque ella siempre me ignore.

Nuestro hijo es la viva imagen de su madre solo que heredo mi ojos azules por lo cual Katia siempre repite lo feliz que la hace ya que ama nuestros ojos, lo que ella no sabe es que me encantaría que Milo tuviera los mismos ojos que ella así los podría admirar a ambos.

No tardo mucho en terminar con mi trabajo y considero que lo hice bastante bien, no es como si fuese una tarea muy difícil, mi hijo es un cliente amable que no se movió de su lugar.

—¿Qué opinas? ¿Te gusta?

—¡siiii papi! —aplaude con sus pequeñas y regordetas manitas feliz con su nuevo corte.

—Eso es genial hombrecito, me alegra que te haya gustado.

—Mucho papi, ya no así —con sus manos imita el gesto que hacía para mover el cabello fuera de su rostro y me hace reír.

—Exacto cariño, ya no así.

—¡Hola familia, mamá ya está aquí!

Milo se alborota al escuchar la voz de Katia y se remueve en su asiento para que lo baje. Lo tomo en brazos y ambos bajamos las escaleras encontrándonos con ella en la sala. Creo que si alguien nos tomara una foto se vería los hilos de baba que largamos Milo y yo cuando vemos a Kat.

—¡Mami, mami, mami! Mira lo que hicimos con papi ¿Te gusta?

—¡Oye, hombrecito! Creí que era nuestro secreto —le digo y él se encoge de hombros dándome una sonrisa compradora, igual a la que utiliza su madre cuando no quiere que me enfade, y funciona.

—Oh por dios ¿qué le hiciste al cabello de mi hijo Jackson?

—Solo un pequeño corte, amor —respondo dulcemente—. Nos estábamos divirtiendo, ¿cierto Milo?

—Sí, si —me secunda mi hijo—. ¿No te gusta mami?

—Claro que me gusta mi amor, estás precioso como siempre —se inclina y besa sus mejillas sonoramente—. ¿Por qué no buscas lo que hiciste en tu clase de pintura y me lo enseñas?

Milo corre feliz hacia su cuarto a buscar lo que le han pedido y yo me quedo con una Katia que me observa seria.

—¿No obtendré besos en mis mejillas?

La Melodía Mas Bonita (Terminada EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora