Capitulo 1

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𝑴𝒂𝒈𝒂𝒍𝒍𝒐́𝒏, 𝟗 𝒏𝒐𝒗𝒊𝒆𝒎𝒃𝒓𝒆 𝒅𝒆 𝟐𝟎𝟏𝟐

—¡VEO VEO! —grita Denna.

—¿Quién es?—responden las otras niñas.

Hoy, en casa de los Bona Arregui están de celebración.
¡Es el cumple de los mellizos!
Aunque..., bueno, técnicamente solo es el cumpleaños de Denna, ya que Maria nació a las 00:16 horas del 10 de noviembre.
Pero eso nunca les ha impedido celebrarlo juntas.
De echo, les encanta.

Todos los años, la familia celebraba los cumpleaños de las pequeñas en la casa que el abuelo tiene en Magallón.
Aprovechan siempre que pueden para ir allí. Ya sea verano, días festivos o fines de semana.
Ana mira a su alrededor, el chalet está lleno de gente.
Niños y niñas jugando mientras los mayores charlan y beben algo.

—Ana, ¿sabes donde está Maria? —le pregunta Sandra, la madre de las mellizas.

Ana sabe lo que está haciendo su sobrino, y es consciente de que no será del agrado de la madre, como casi nada de lo que hace la pobre cría.

—Está allí jugando —responde señalando la parte más alejada del jardín.

Sandra mira donde está le indicaba y ve un grupo de niños y niñas jugando con las pistolas nerf. Acto seguido, deja escapar un sonoro suspiro.

—Siempre igual con Maria, no hay manera —se lamenta—. Yo ya no sé para qué le compro ropa, si todo acaba igual.

Ana niega con la cabeza.

— Lo que no sé yo es como se te ocurre ponerle un vestido nuevo hoy, Sandra —musita observando como la niña corretea y se aparta el pelo de la cara.

Sandra mira a su cuñada y pone los ojos en blanco. Para ella lo primero es la apariencia, y, si pudiera volver atrás, le pondría el mismo vestido.

—Venga, vayamos a por las tartas —dice Ana.

Ambas mujeres se dirigen a la cocina.

—David —Sandra llama a la atención de su marido—, prepara la cámara y dile a las niñas que vengan a la mesa. Voy a por las tartas.

Llegan a la cocina.
Sandra abre la nevera, saca dos cajas rosas y las coloca en la encimera.
Como se las ha encargado a su cuñada, aún no las ha visto.
Abre ambas cajas y arruga el ceño.

—¿Por qué no son iguales? —No tarda en quejarse.

Ana duda en responder, pero al final opta por ser sincera.

—Que sean mellizas no quiere decir que sean iguales... Les pregunté de qué les gustaría que fueran las tartas y, como ves —dice señalando una de ellas—, Denna me pidió que fuese de Blancanieves, mientras que María me dijo que la quería Scooby-Doo.

Sandra mantiene el semblante serio. No le hace ni pizca de gracia ese cambio de planes.

—¡Como se nota que no tienes hijos! —exclama—. Esto puede crear envidias y peleas; eres consciente, ¿no?

A otra persona podría haberle dolido el comentario, pero a Ana le da igual. Precisamente su matrimonio no va tan bien como para pensar en bebes.
Sandra no estaba contenta con las tartas. Fue muy clara con su cuñada acerca de la decoración de las mismas. Debían ser las dos iguales y de princesas.

—Deja que las niñas vean las tartas y ya veremos si hay algún problema —propone Ana, pues sabe que no habrá ninguno.

Ha pasado muchas horas con las pequeñas como para saberlo. De echo, a veces siente que las conoce mejor que sus propios padres.

𝑇𝑎𝑙 𝑦 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑟𝑒𝑠 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora