Capítulo 23

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Han pasado dos días de la operación de Juanjo.

El Doctor ha pasado a primera hora por la habitación y le ha dicho que, si todo sigue así, de bien, al día siguiente podrá irse a casa. Algo que ha hecho muy feliz al muchacho.
Martin se lava los dientes en el baño, mientras él hojea el móvil.
La puerta se abre y Juanjo ve entrar una enfermera con una bandeja.

—¡Buenos días! Te traigo el desayuno, que aproveche.

—Muchas gracias. —responde él incorporándose ligeramente.

La enfermera se marcha.
Martin se asoma por la puerta del baño, con pasta de dientes aún en la boca.
Entra de nuevo y se la enjuaga.

—Que rico, ¿no? —le dice al salir.

A Juanjo hoy le toca un vaso de zumo de manzana y pan blanco con un pedazo de queso fresco.

—Es lo que tiene la dieta blanda —responde el sin mucho entusiasmo. Se podría decir que no es su desayuno favorito.

El mayor da un pequeño trago al zumo y lo vuelve a dejar en la bandeja. Prefiere ir poco a poco. No quiere que le siente mal.
Martin coge entonces su abrigo y sacas su cartera de uno de los bolsillos.

—Juanjo, voy a bajar un momento a la cafetería para pillarme algo de desayunar, ¿vale?

—Tranquilo, de aquí no me muevo —bromea.

Martin abandona la habitación y Juanjo se queda allí en silencio.
Saborea su desayuno y piensa en todo lo que ha vivido los últimos dos días.

La noche que conoció a la familia de Martin estaban nerviosísimo, pero ellos lo aceptaron como uno más. En ningún momento lo hicieron sentir fuera de lugar. De hecho, parecía que los conociera de toda la vida.
Pudo comprobar que Martin es incluso más familiar de lo que imaginaba, y eso es algo que le encanta.
Recuerda como ayer apareció la familia de Martin al completo en el hospital. Le trajeron flores, bombones...

Toc, Toc...

Unos golpes en la puerta lo sacan de sus pensamientos.
Levanta la cabeza y ve a la pequeña María entrar con una gran sonrisa.

—¡Hola, Juanjoooo!

Detrás de ella van su hermano pequeño y la madre de Martin.

—Buenos días, pequeñajos —saluda él.

—¿Qué tal estás, tesoro? —se preocupa Estefania.

—Mucho mejor. Hace un rato el doctor me ha dicho que, si todo va bien, puede que me vaya mañana a casa.

Se alegran de oír eso.

—¿Y mi hijo? —pregunta extrañada al no verlo, sabe que Martin no abandonará el hospital hasta que lo haga Juanjo.

—Ha bajado la cafetería, no tardará en volver.

Estefania aúpa a María y la sienta con cuidado a los pies de la cama.

—Mira, Juanjo, te he hecho este dibujo para que te pongas bueno pronto.

La niña se lo da y Juanjo lo mira. Ve seis muñequitos en el dibujo e interpreta que son todos ellos la noche de fin de año. Y, sin saber cómo, ni por qué, se emociona al ver que lo ha dibujado junto a toda su familia.

—Muchas gracias, María, es un dibujo muy bonito —responde con un hilo de voz.

—¿Esto es tu desayuno? —interrumpe el niño pequeño.

Juanjo asiente y este lo mira con cara de asco.
La verdad es que lo que hay en la bandeja no parece de lo más apetitoso.
En ese instante, la puerta de la habitación se abre.

𝑇𝑎𝑙 𝑦 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑟𝑒𝑠 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora