Capitulo 17

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Desde la tarde que pasó ayudando a Martin con sus hermanos, y sobre todo, desde aquel beso, Juanjo no es el mismo.
Algo ha cambiado. Algo que lo hace ponerse nervioso cuando piensa siquiera en volver a mirar Martin a los ojos.

Como es costumbre en él, lleva unas semanas cargándose de trabajo. De esta manera mantiene la mente ocupada en otras cosas y tiene la excusa perfecta para no ir al gimnasio.

Está sentado en el sofá con el portátil. Le suena el móvil y, al mirar la pantalla y ver que es un mensaje de Martin, se pone nervioso.
Se le acelérela el corazón.

MARTIN: Llevas mucho tiempo sin venir al gimnasio. ¿Todo bien? Te invito al cine y a cenar, pero hoy solo nosotros. Te lo debo.

Mira durante unos segundos la pantalla, pero no se atreve ni a tocar el móvil.
Medita qué contestar, y luego escribe:

JUANJO: No puedo, estoy hasta arriba de trabajo.

Pero Martin no tiene intención de desistir, y le manda su ubicación.
Al verla, Juanjo se da cuenta de que está muy cerca.
Se levanta, se asoma por la terraza y veo un coche negro parado frente a su portal.

"¿𝐸𝑠𝑡𝑎́ 𝑎𝑞𝑢𝑖? ¿𝐶𝑜́𝑚𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑒 𝑑𝑜́𝑛𝑑𝑒 𝑣𝑖𝑣𝑜?"

MARTIN: Si quieres, subo, te ayudo con lo del trabajo y luego vamos al cine.

"𝑁𝑜 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑝𝑖𝑛𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑞𝑢𝑒𝑟𝑒𝑟 𝑑𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑝𝑜𝑟 𝑣𝑒𝑛𝑐𝑖𝑑𝑜", piensa.

Martin, que lo espera en el interior de su coche, sonríe. Tiene ganas de verlo.
Juanjo va a su cuarto y se cambia de ropa todo lo rápido que puede.

—Oye, Denna, tengo que irme —dice asomándose a la habitación de su hermana.

La chica, que lleva una hora sin despegar la vista de sus apuntes, lo mira.

—¿Y eso?

—Un problemilla de trabajo —miente.

La chica se quita un coletero que lleva en la muñeca y se recoge el pelo con un rápido moño.

—¿Necesitas ayuda? —pregunta.

—No te preocupes —responde Juanjo rápidamente—.Pero creo que no llegaré para cenar.

—Bueno, con lo que sea, me mandas un WhatsApp

Juanjo respira aliviado, su mentira ha sonado creíble.

A medida que baja por el ascensor, se va poniendo cada vez más nervioso.
Aún no entiende cómo puede estar Martin allí.

Llega al portal, sale a la calle y busca el coche negro con la mirada.
Cuando lo ve, se acerca, abre la puerta del pasajero y entra.

—¡Has bajado! —exclama Martin dándole dos besos—. No las tenía todas conmigo.

—Me parecía feo dejarte tirado estando aquí abajo —responde Juanjo con gracia mientras se pone el cinturón de seguridad—. Por cierto, ¿cómo sabes dónde vivo?

Martin arranca el coche.

—Un mago nunca desvela sus trucos —contesta guiñándole un ojo.

El chico fija la mirada en la carretera y sube el volumen de la música que lleva puesta.

Empieza a sonar 𝐿𝑎 𝐶𝑎𝑛𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑄𝑢𝑒 𝑁𝑜 𝑄𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝐶𝑎𝑛𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒, de Amaia y Aitana. Martin comienza a cantar y Juanjo lo mira divertido.
Aunque al principio estaba nervioso, a medida que pasan los minutos el maño se va relajando. El gesto del Vasco de cantar a pleno plumón teniéndolo al lado lo hace sentir cómodo.

𝑇𝑎𝑙 𝑦 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑟𝑒𝑠 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora