Ya saben lo que dicen, vida nueva... Lo demás no recuerdo. Bueno, el caso es que por más emocionado me encuentro de regresar a lo que fue mi ciudad natal, estoy que me cago de los nervios. No es fácil, Busan me ha dejado un amargo sabor de boca, mi infancia aquí fue horrible y parte de mi adolescencia en los veranos fue peor. Lo que se supone debió ser parte de mi buen crecimiento, solo fue razón suficiente para crear mis mas horribles traumas e inseguridades. Tal vez exagero. Tal vez no.
Agradezco la intervención de appa, de situarse frente a mi madre y tomar control de todo. La historia sería otra de no ser por él. En Seúl le ofrecieron trabajo en un gimnasio, primero como entrenador, con el pasar del tiempo terminó siendo la mano derecha del dueño y hoy en día es socio, conlleva varias franquicias a lo largo del país. A omma le ofrecieron trabajo en una primaria como profesora de educación física y se desempeñó tan bien que la economía se equilibró muy rápido lo que hizo un poco mejor ante la llegada a nuestras vidas de mi hermana, Ara.
—Agi, dile a tu hermana que baje.
Asiento dejando una de las valijas a un costado y abro la puerta trasera de la camioneta. Me apoyo sobre el techo con mi antebrazo observándola. Está tan ensimismada en su teléfono con los enormes auriculares puestos que ni cuenta se da que estoy intentando llamar su atención.
—Monday, Tuesday, Wednesday, Thursday, Friday. Seven days a week.
No ha parado de cantar esa odiosa canción. Me tiene los cojones por el piso, sino es esa es la de 3D. De hecho, estoy pensando como es que mis padres le permiten escuchar esa música teniendo tan solo doce años. Le encanta y para rematar siempre estoy obligado acompañarla a los conciertos de cualquier artista de kpop. Toco su hombro, se voltea y me sonríe quitándose los auriculares.
—¿Ya llegamos, oppa?
—No, hicimos una parada técnica para dejarte en un orfanato.
—¡Yah! —su ceño se frunce y me rio— ¡OMMA!
Mamá sale al pórtico queriendo saber lo que sucede y papá desde la parte de atrás de la camioneta nos reprocha.
—Niños no peleen, por favor.
—Oppa ya no es un niño, —dice bajandose y colocando su mochila fucsia neón en su espalda— es un gorila gigante sin pelos.
—Y tú una seudo kpopie proyectando ser la próxima IU o Lalisa.
—¡Al menos yo tengo un IQ de 122!
—Ja —subo la manija de una de las enormes valijas para darme paso y digo tocando la punta de su nariz— 128, te gane.
Gruñe haciendo un pequeño berrinche, se dirige a nuestra madre quejándose, me rio y ella me reprocha por seguirle la corriente a la más peque. Ambos están acostumbrados a nuestras tontas peleas y deben admitir que ambos les salimos competitivos. Bastante.
Ayudo a ingresar algunas cajas y con mis bolsos subo al que será mi habitación durante los fines de semana. Hasta que consiga auto deberé quedarme en los edificios que la propia universidad les da a los estudiantes. Entro, todo sigue intacto como cuando era niño. Todo está limpio, solo hace falta ponerle mi toque personal y más maduro.
Miro a través de la ventana, apoyo mis manos sobre el alféizar y saco medio cuerpo cuando visualizo caras conocidas al otro lado de la vereda. Sonrío, al parecer se está dando una dramática discusión entre tres personas. Salgo de la habitación, bajo las escaleras pasando por el living e ignorando a Ara tirada en el sofá con sus auriculares puestos, a appa situando el enorme plasma a la pared y a omma que no la veo seguramente en la cocina. Salgo cerrando detrás de mí y con ambas manos en los bolsillos de mis rasgados jeans camino cruzando la calle.

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𝘾𝙐𝙀𝙎𝙏𝙄𝙊𝙉 𝘿𝙀 𝙋𝙀𝙎𝙊
FanfictionJungKook jamás lo tuvo fácil, desde niño fue acosado por su sobrepeso y dulce inocencia. Su familia decide mudarse a la gran ciudad de Seúl cuando le proponen un gran trabajo a su padrastro. Años más tarde, vuelve a Busan para entrar en una de las...