Es viernes, como está noche se realiza el partido de básquet contra el equipo de otra institución las clases se ven reducidas. De hecho tengo la suerte de solo tener dos materias por la mañana, el resto del día lo tengo libre y por eso estoy llegando a casa de sorpresa. Espero encontrar a alguien. Papá seguro está trabajando en el gimnasio, Ara en clases o en la academia de danza. Conozco el código de entrada así que ingreso. Me quito los zapatos y me coloco las pantuflas que están destinadas para mí.
—¡Omma, hola! ¿Hay alguien?
Voy a la cocina, hay ollas sobre la estufa encendida. Huele muy bien, a comida casera de mamá. Levanto la tapa y rápidamente una voz autoritaria me detiene.
—Haras que salpique y se ensucie todo.
Devuelvo a su lugar y voy a ella abrazarla, me corresponde. Es muy pequeñita entre mis brazos e intenta darme el gran abrazo de oso que apenas logra realizar. Beso su frente y me indica que nos sentemos en la mesa un rato.
—¿Qué haces aquí, hijo?
—Vine a verles, tuve clases en la mañana y sabiendo que tendría la tarde libre vine almorzar con mi hermosa madre.
Se sonroja, se levanta para revisar la comida y yo decido servirme algo de jugo.
—¿Quieres que te prepare un batido de frutas bien frío? ¿O qué cocine algo especial para ti? Unas galletas de chocolate y avena para que lleves a la universidad. —niego y besó su mejilla—. JungKook, ¿has estado comiendo correctamente? No quiero que te saltes comidas. Si sabía que venías hacia las compras del supermercado para que lleves raciones.
La detengo.
—Omma, no hace falta. Tengo tres abundantes comidas al día, hay una tienda de conveniencia abierta las veinticuatro horas y tenemos máquinas con bebidas y snacks saludables. No moriré de inanición, créeme.
Me acuna el rostro con dulzura, su mirada es melancólica y maternal. Tal como Mingyu, piensa que estoy extremadamente delgado y debo comer más. Desde mi pubertad es un tema que aún sigo trabajando, para mí no es fácil. Pase de ser un niño obeso que comía de todo a toda hora sin control ni medida a estar en el proceso de la pubertad obsesionado por las calorías y el ejercicio. Luego, inconscientemente me saltaba comidas, me excedía en el gimnasio e intentaba hacer todo tipo de dietas absurdas que la mayoría del tiempo terminaban en atracones que lograban deprimirme más tarde.
Es cuando esa persona especial, la única mujer que deje entrar en mi vida me ayudó. Con ella me volví vulnerable y me permití hundirme. Gracias a ella también tuve el valor de contarle a mis padres la situación, ellos me creían porque lograba hacerles ver qué estaba bien cuando no era así y fue el comienzo de un largo y doloroso camino emocional que logré estabilizar. Ya no me obsesiono con estar horas encerrado en el gimnasio ni disminuir las porciones de comida, o de cómo se ve mi cuerpo frente a un espejo, o lo peor, la de compararme con otro. Aunque si reviso las calorías e intento no comer comida chatarra.
Por eso también decidí estudiar está carrera, para poder ayudar a otros. Uno de los futuros proyectos que tengo en mente es unirme a Yoongi hyung e intentar asistir a personas en lo mental y físico ante desordenes alimenticios u otros problemas.
—¿Quieres otro plato, mi amor?
—No, ma, gracias. —hizo kalguksu y bibimbap. Me sirvió un cuenco grande de arroz también. Hasta que no termine todo ella no se mueve. Hemos hablado mucho. Por ahora no tiene trabajo y está siendo ama de casa. Mencionó que tal vez tenga un puesto como profesora de yoga en el gimnasio ya que appa quiere abrir clases—. ¿A qué hora viene Ara?
—Oh —revisa la pantalla de su teléfono—, dentro de un rato debo pasar a buscarla. Queda a unos veinte minutos, ¿quieres acompañarme? Le va alegra muchísimo verte, cielo.
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𝘾𝙐𝙀𝙎𝙏𝙄𝙊𝙉 𝘿𝙀 𝙋𝙀𝙎𝙊
FanfictionJungKook jamás lo tuvo fácil, desde niño fue acosado por su sobrepeso y dulce inocencia. Su familia decide mudarse a la gran ciudad de Seúl cuando le proponen un gran trabajo a su padrastro. Años más tarde, vuelve a Busan para entrar en una de las...