𝘾𝙐𝙀𝙎𝙏𝙄𝙊𝙉 𝘿𝙀 𝙋𝙀𝙎𝙊

|CAPÍTULO 3|

¡Mierda!

¿El día no se puede poner peor? Llegaré tarde a la próxima clase. Debí asearme un poco, hasta mi cabello tenía restos del café con caramelo. Esa chica es insoportable y presiento que no será lo último que deba soportar. Me da igual, tengo cosas más importantes por las que preocuparme que por una inmadura. Intente ayudarla, le pedí disculpas sinceras, no soy de esos idiotas que van tropezando por la vida ni haciendo maldades a nadie. Que no piense que su cara bonita podría ayudarla.

—¿Bonita?

La puerta de la habitación suena, el reloj análogo redondo en la pared me indica que solo tengo diez minutos para llegar a mi siguiente clase y lo más seguro es que me retrasé. Me colocó una nueva camiseta y abro. Me sorprendo de ver a Joy ahí parada. Me sorprende porque según tengo entendido, las mujeres no pueden pasar a este lado del edificio y viceversa. Okey.

Entra sin permiso, retroceso ante su acción y se asegura de cerrar la puerta detrás de ella. Me mira.

—¿Estás bien? Siento mucho lo que sucedió allá.

—No fue tu culpa.

—SunTae es muy impulsiva. No sé qué le sucede hoy, parece que despertó de mal humor. EunWoo también.

—¿SunTae?

¿Por qué ese nombre me suena tan familiar?

—Sí, discúlpala. Le he dicho que no fue tu culpa, que solo fue una terrible coincidencia, un tropiezo.

Se ve bastante apenada y no tiene nada que ver con lo que ocurrió. Mis ojos observan la hora una vez más. Tomó un cuaderno y una lapicera, mi mochila también se manchó, así que debo lavarla más tarde. Aquí no tenemos lockers o algo parecido. Corto su discurso y la arrastro afuera conmigo, por suerte no hay nadie que pudiera vernos, todos están en clases. No me percató que la estoy sujetando del brazo casi haciéndole correr. La suelto.

—Lo siento, no fue mi intención.

Me sonríe restando importancia, no es mi culpa tener piernas largas y ágiles. Ella está plataformas. Entrelaza nuestras manos y ahora me arrastra a mí. Su confianza me deja desconcertado. Me lleva hacia otro lado, nos estamos alejando de la entrada principal y me preocupa que llegaré tarde a clases, a ella parece no importarle. Cuando me doy cuenta estamos saliendo por la parte trasera del edificio hacia un angosto callejón algo oscuro y hasta que no llegamos al enorme verde del campus no me suelta.

Entonces apuro el paso y ella procura seguirme. Llegamos, los pasillos están vacíos, me detiene antes de que pudiera tocar la manija de la puerta.

—¿Estás bien? Estás transpirando, déjame ayudarte.

No entiendo de qué habla hasta que saca de su pequeño bolso que cuelga en su hombro pañuelitos de papel. Entonces toma mi mandíbula suavemente y con ligeros toques me seca la frente, sien y cuello. No me había dado cuenta de ello. Nunca nadie se atrevió a tanto, a decir verdad me hace sentir entre incómodo y halagado. Se acerca un poco más, me sonríe, estamos muy cerca, demasiado. La puerta se abre, pero no por acción mía sino porque la profesora lo hizo. Nos reprocha con la mirada y dice.

—Les recuerdo que estamos en una institución académica. Aquí no se viene a noviar o darse muestras explícitas de cariño.

Estoy por decirle que está muy equivocada, Joy se me adelanta colocándose enfrente mío.

—Profesora Joo, lo sentimos —se reverencia—, mi compañero tuvo un inconveniente y me preste ayudarlo. Hoy es su primer día. —la mayor me mira con otros ojos—. Sepa entenderlo, por favor.