Arquímedes
Me desperté automáticamente de mi cama. La noche anterior se me había hecho difícil conciliar el sueño y cuando al fin lo encontré, solo dormí por dos horas. Desde que había regresado de mis vacaciones, conciliar el sueño era algo que me daba trabajo. Casi siempre cuando padecía de insomnio era cuando algo me preocupaba o tenía algún evento importante. Se suponía que mis vacaciones fueran para relajarme y así poder manejar la empresa sin preocupaciones, pero de nada sirvieron, me sentía igual.
Me levanté y mi humor era pésimo. Fui al baño y luego me vestí para ir a la empresa. Me preparé una taza de café y unas tostadas. Ese día era la cita con la nueva asistente de Peralta. Sin yo esperarlo, pensé en las pequeñas conversaciones que tuvimos en aquel lugar desconocido y que por casualidades de la vida nos encontramos. Esa chiquilla sin duda era graciosa, pero muy insistente y terca también. Estaba ansioso por ver su cara cuando supiera que yo sería su jefe. Estaba nervioso, y eso, no tenía explicación. Esa mujer era insoportable e irritante, pero de cierta manera me divertía con sus ocurrencias. Me causaba sensaciones extrañas, como si la conociera de mucho antes. Era algo estúpido.
Cuando llegué a la empresa, Roxana, la recepcionista, me recibió cariñosamente como siempre lo hacía...
-Buenos días, jefe. ¿Cómo le fue en las vacaciones?-Me preguntó, levantándose de su silla.
-Bien-contesté tajante. Mi humor no era muy bueno-. ¿Cómo está todo por acá?
-Todo ha marchado muy bien en los días de su ausencia-me dijo sonriente. Yo asentí. Iba a retirarme, pero ella me detuvo-. Ah, la señorita Marisol Pérez Núñez ya llegó. Lo está esperando arriba...
No sabía por qué, pero escuché su nombre y algo en mi estómago se formó. Miré por varios segundos a Roxana sin decir nada y luego miré mi reloj...
-¿A qué hora es la cita?-Le pregunté.
-A las ocho treinta-miré mi reloj nuevamente.
-Son las ocho y veinte- me quedé observando a Roxana sin decir nada. Estaba petrificado allí...
-¿Le sucede algo?-Me preguntó con cara de confusión. Yo negué con la cabeza.
-Que tengas buen día, Roxana-le dije y caminé hacia el ascensor.
Cuando llegué a mi piso, observé el reloj de nuevo. Eran las ocho y veintiséis. Caminé hacia mi oficina, pero me detuve frente al escritorio de Raquel, quien tenía una cara de pocos amigos...
-¿Peralta llegó?-Le pregunté y ella miraba una revista. Esa mujer y yo no éramos muy amigables que digamos-.Te hice una pregunta, Raquel-le dije, quitándole la revista. Ella puso los ojos en blanco-. Porque seas amiga de mi novia, no significa que te voy a aguantar tus faltas de consideración y respeto-le dije y ella me miró.
-Disculpe, jefe. Sí, el señor Peralta ya llegó y también la tipa aquella-dijo torciendo la mirada. Yo alcé una ceja.
-¿Qué tipa?-Inquirí. Ella puso los ojos en blanco.
-La que él contrató-me dijo, tomando la revista nuevamente.
-Bien. Hágala pasar a mi oficina-le dije y caminé hacia allá.
Cuando llegué a mi oficina, dejé mi maletín sobre el escritorio y miré por el enorme cristal que daba una vista llena de edificios. No entendía el porqué estaba tan ansioso. Halé mi silla giratoria y me senté en ella. Tomé un bolígrafo y comencé a juguetear con él. Realmente estaba muy ansioso. Me negaba a creer que esa mujer provocara que mis nervios salieran disparados. No lo permitiría...
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•Un amor irreversible•
RomanceCada arruga que mis manos poseen me recuerda los trazos de un amor que nació por la fuerza del destino. Un amor que me subió, me elevó hasta lo más alto del placer, y así mismo me desplomó. ¿Y si te digo que ese desplomo solo fue la fuerza del desti...