Junta ejecutiva

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A veces en la vida cometemos estupideces. Sí, estupideces bien grandes como la que yo acababa de hacer. ¿Besar a mi mejor amigo frente al hombre que me volvía loca? ¡Definitivamente ya yo había perdido el juicio! ¡Pero joder! El rostro de Arquímedes me daba la satisfacción que quería sentir. Él nos miraba con su mandíbula apretada, lo pude ver por el rabillo del ojo, ya que yo seguía besando a Adrián. Cuando al fin lo solté, mi mejor amigo me miraba totalmente confundido con los ojos bien abiertos...

-Marisol, buenos días-dijo mi jefe con una sonrisa pícara. Yo lo miré sonrojada y Arquímedes me miraba muy atento. Yo no podía verle a la cara. Sin yo esperarlo, él se acercó a Adrián.

-Buenos días. Y usted es...-le dijo a Adrián extendiéndole su mano. Él iba a devolverle el saludo, pero yo tomé su mano rápidamente. Arquímedes alzó una ceja y sus ojos bajaron hacia nuestras manos enlazadas. Adrián estaba claramente confundido, pero no me soltó la mano.

-Mi novio. Él es mi novio Adrián-le dije sin pensarlo, mientras acariciaba el hombro de él. Mi amigo pareció comprender lo que pasaba y me siguió el juego. Arquímedes enarcó una ceja e hizo algo que me sorprendió: sonrió.

-Así es. Marisol es mi novia-dijo Adrián-. Usted debe ser el presidente de la empresa. Mucho gusto-le dijo, pero Arquímedes no me quitaba la vista de encima. Me miraba fijamente y no pude evitar sentirme muy, muy nerviosa.

-Vaya, mucho gusto, Adrián. No sabía que Marisol tenía novio nuevamente-dijo mi jefe, divertido. ¡Espera! ¿Nuevamente? ¿Acaso él sabía que había tenido novio? ¿Cómo es que él conocía tanto sobre mí? ¡Joder! Mi jefe sí que se las sabía todas... claro.

-Bueno, ya debo irme-dijo al fin Adrián, después del incómodo silencio que nos había invadido. Él me agarró por la cintura, lo que me tomó desprevenida-. Adiós, nena-me dijo de manera coqueta, y si no fuera porque estaba nerviosa porque Arquímedes no me quitaba los ojos de encima, me hubiera carcajeado allí mismo. Yo reaccioné rápido y le di un beso de pico, lo que casi provocó que Arquímedes se lanzara sobre Adrián. Lo pude notar, se estaba conteniendo, lo que no sabía era por qué. Yo a él le importaba un rábano.

-Adiós- le dije sonriendo coquetamente, ignorando la presencia de ellos dos. Adrián me seguía aguantando por la cintura.

-Adiós. No olvides que hoy paso por ti, nena. Esta noche será para nosotros-dijo Adrián sonriendo con picardía. Debía reconocer que lo de actor no se le daba nada mal, porque hasta yo me creía que era mi novio. Arquímedes seguía viéndonos con atención y mi jefe hacía que chequeaba su móvil-. Hasta luego. Fue un placer-les dijo y me abrazó-. Estás más loca de lo que pensaba. Me tienes que explicar todo, pequeña saltamontes traviesa-dijo pegado a mi oreja, lo que me hizo soltar una carcajada. Él besó mi mejilla con delicadeza, se montó en su moto y se fue. No me había dado cuenta que mi jefe ya no estaba y solo estábamos Arquímedes y yo frente a la empresa. Sin pensarlo dos veces, caminé hacia la entrada dando grandes zancadas, pero cuando pasé por el lado de Arquímedes, él me haló por el brazo y me detuvo...

-Hey, espera- me dijo sonriendo. Yo lo miré fijamente. No negaba que su mirada era profunda, intimidante, pero ya me estaba cansando esa mierda de que me buscara cuando le diera la gana y que no respetara mi espacio. Él me gustaba, y mucho, pero tampoco era que iba a dejar que se siguiera metiendo en mi vida, en mi ser. Él era el novio de mi prima y se casarían. Me daba rabia nada más de pensarlo, pero esa era la realidad.

-Arquímedes, ¿qué quieres?- Le dije lo más tranquila posible. Él seguía sonriendo. No me la ponía fácil con esa sonrisa tan deslumbrante. ¿Desde cuándo sonreía tan a menudo? Era mejor que siguiera siendo el amargado de siempre, así las cosas fueran más fáciles. ¡Mierda! ¿A quién engañaba? De ninguna manera sería fácil...

•Un amor irreversible• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora