¿Infantil? Nada

723 49 9
                                    

[Adrián en multimedia]❤️

Nunca había sido, ni por asomo, entremetida. De niña hacía mis travesuras, espiando conversaciones adultas, pero, ¿qué niño no es curioso? Yo no era la excepción. Con el paso del tiempo aprendí a no meterme en los asuntos de los demás. No era que de vez en cuando no chismorreara con mis amigas, pero nunca llegué al extremo de espiar a alguien. ¡Mucho menos a mi jefe! ¡Pero joder! La curiosidad se estaba metiendo en cada célula de mi cuerpo. Así que lo hice; espié a mi jefe...

-¡Te dejé claro que no quería que vinieras a mi trabajo!- dijo mi jefe, cortante. Pensé que hablaba con una mujer hasta que escuché la voz de un hombre. Una voz rasposa y desagradable.

-¡Y yo te dejé claro que quería mi paga de inmediato! ¡No pienso seguir esperando!-le contestó el hombre. Pude escuchar un golpe que me hizo dar un respingo. Al parecer uno de los dos le había dado un golpe al escritorio.

-¡Ya te dije que tu paga te la hago llegar luego! ¡No he tenido tiempo!-dijo Rodrigo un poco más calmado, pero se podía sentir la tensión. Y eso que solo estaba del otro lado.

-Más te vale, maldito estirado. Porque sabes lo que podría pasar si alguien se entera-soltó una carcajada el hombre-. No sabes las ganas que tengo de hacerlo-le dijo cínicamente. ¿De qué hablaban? ¡Joder! Me moría por saber lo que ahí ocurría.

-¡Mira, infeliz! Será mejor que no me retes, porque las cosas te pueden salir mal. ¡No sabes de lo que soy capaz cuando se trata de mi persona! ¡Así que será mejor que te largues! ¡Ya te llegará tu paga!- le gritó mi jefe. Iba a irme, pero mis pies no reaccionaban. Antes de que me diera tiempo para irme, la puerta de la oficina se abrió de golpe. Un hombre de estatura promedio, con múltiples tatuajes y una vestimenta desgastada, salió de allí. Me causó una sensación extraña cuando me miró fijamente a los ojos y luego siguió caminando dando grandes zancadas. Se me encresparon los vellos de mi piel. Ese hombre intimidaba, y mucho...

-Marisol, ¿qué haces ahí parada?-Me preguntó mi jefe, claramente sorprendido de verme allí. Yo lo miré, nerviosa. ¡Joder!

-Y-Yo vine... a hablar con usted, pero... pero...-tartamudeé. ¡Diablos! Esperaba que no notara mi nerviosismo. Aunque pensándolo bien, no sabía quién de los dos estaba más nervioso.

-Entonces pasa- dijo, extendiendo su brazo para que entrara a su oficina. Sin pensarlo dos veces, entré-. Y bien... ¿De qué querías hablar?-Me preguntó mientras se sentaba en su silla giratoria. Yo me quedé parada frente a su escritorio. ¿Quién era aquel hombre? Me provocó una sensación extraña... Sin conocerlo le sentí asco, repulsión. No solía juzgar a las personas solo por su apariencia, eso era algo que odiaba de mi familia, pero aquel hombre no me daba buena espina-. ¿Marisol?- Me dijo mi jefe. Me distraje y casi olvidaba el porqué quería hablar con él-. ¿Te encuentras bien?-Me preguntó Rodrigo. Yo asentí y me senté frente a su escritorio.

-Jefe-le dije. Él alzó una ceja por cómo lo llamé, pero lo ignoré-, vine porque necesito de su ayuda- le dije, nerviosa. Lo que iba a pedirle me daba vergüenza, pero tenía que hacerlo.

-Okay, continúa-dijo con una sonrisa, incorporándose en su silla. Yo tragué en seco.

-Mire, sucede que mi mejor amiga llevaba ahorrando durante muchos años para poder estudiar en la universidad, pero hace unos días le robaron-le dije y su rostro no mostraba ninguna expresión. Eso hizo que me pusiera más nerviosa.

-Lo siento mucho- dijo neutral. Yo bajé la mirada. No me atrevía a preguntarle lo que seguía.

-Es por eso que quería solicitarle un préstamo. Sé que apenas llevo una semana trabajando para ustedes, pero de verdad mi amiga necesita ese dinero-le dije muy, muy nerviosa ante lo que podía contestar. Él sonrió como siempre hacía.

•Un amor irreversible• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora