Mil pedazos

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-Buenos días, Marisol-dijo Rodrigo, sonriendo. Verlo a la cara solo estaba aumentando mis ganas de darle una patada en el culo. Me tragué la bilis que subió por mi garganta y me las ingenié para sonreír.

-Buenos días, jefe-contesté, mientras Arquímedes me miraba directamente. Retrocedí un poco y mi espalda chocó contra alguien. Me disculpé y comencé a mirar los números de los pisos para intentar distraerme. En el ascensor solo habían unas pocas personas, de modo que la incomodidad estaba presente.

-¿Estás bien?-Susurró Arquímedes y di un respingo, pues se encontraba muy cerca. Me aparté un poco; Rodrigo fingía que no estaba escuchando. Verlos a los dos me daban ganas de vomitar.

-Sí, estoy bien-le contesté, más tajante de lo que pretendía y agradecí que el ascensor se abriera en ese instante. Era el piso dieciocho, así que, sin pensarlo dos veces, salí de allí, dejando a un Arquímedes confundido. Lo que no me esperaba era que él me siguiera. Aceleré mi paso, pero su grande mano me detuvo con fuerza, llevándome a una esquina.

-Si te pregunté que si estás bien es para que me digas la verdad-dijo, buscando mi mirada, pero yo solo podía mirar el suelo. Él tomó mi barbilla, obligándome a mirarlo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando sus profundos ojos color esmeralda me miraron directamente. Mis piernas casi me fallaron, tenerlo así de cerca era demasiado para mí-. ¿Qué pasa? ¿Qué hice mal? Te siento distante-dijo y casi me creí su tono preocupado. Ya nada de él me parecía real.

-Tengo que irme-dije, logrando soltarme de su agarre. Él intentó frenarme, pero un grupo de empleados pasaba por allí y no lo hizo. Lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos, pero los limpié con brusquedad. Necesitaba dejar de ser tan llorona, necesitaba ser fuerte. Arquímedes solo había sido una aventura, Arquímedes solo había sido una aventura... Necesitaba metérmelo en la cabeza a como diera lugar.

Atravesé el área de producción y todos me saludaron afectuosamente; ellos lograron hacerme sonreír aunque fuera solo por segundos.

-¿Cuándo te instalas en producción como diseñadora oficial de Diseños Villanueva?-Jorge preguntó y me aturdió. Mi futuro en la empresa lo veía borroso, no sabía qué sucedería conmigo ni con la empresa. Para eso necesitaba hablar con Pamela, ¡pero ya!

-¿Pamela ya llegó? Necesito hablar con ella-le dije, buscándola con la mirada.

-Sí, está con Stephanie en producción técnica-contestó, señalando el pasillo que me llevaba al área de producción de comerciales. Asentí, me despedí y caminé hacia allá, dando grandes zancadas.

Atravesé enormes puertas de cristales, de diferentes estudios de producción, hasta que divisé a Pamela en uno de ellos. Abrí la pesada puerta y toqué su hombro con brusquedad. Ella giró y me vio con los ojos como platos, claramente confundida por mi efusividad. La verdad es que yo misma me sorprendí de ello.

-Señorita Marisol, buenos días-dijo ella, con los ojos bien abiertos.

-Salgamos de aquí para que podamos hablar-fui al grano. Ella miró a Stephanie, quien nos miraba confundida.

-¿Tiene que ser ahora? Estoy trabajando en un comercial y...

-Sí, ahora-la interrumpí. Ella parecía muy nerviosa y llegué a sentir lástima por ella, pero el saber que ella sabía sobre el asalto de mi mejor amiga, me cabreaba.

-Ve, yo continúo en lo que tú llegas-le dijo Stephanie y Pamela asintió, nerviosa. Ambas salimos del estudio y caminamos hasta llegar frente a los sanitarios.

-Quiero que me digas toda la puta verdad. Desde el asalto de mi mejor amiga hasta cómo carajo llegué a ser dueña de la empresa-escupí con rabia. Ella dio un leve respingo ante mi hostilidad, pero me valió madre. Ella y aquel par de gorilas me tenían harta.

•Un amor irreversible• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora