Brillante idea

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-Hola, primita.

Verla allí parada me hizo sentir rabia, ganas de abofetearla. ¿Por qué tenía que estar allí? Maldije en mi interior un millón de veces.

-¿Qué haces aquí?-Le pregunté de manera cortante. Ella enarcó una ceja y sonrió.

-La pregunta está de más-dijo con petulancia-. Vengo a ver a mi muñequito, por supuesto-dijo y la bilis me subió a la garganta. Lo dijo de una manera que solo provocó que mi rabia aumentara.

-Llegas tarde, ya se fue a almorzar-le dije mirándome las uñas con indiferencia. Ella frunció el ceño, pero luego sonrió.

-Mi muñequito no se pudo haber ido, pues saldríamos a almorzar juntos, me llamó hace dos minutos-dijo y mi pecho se apretó. ¿De qué hablaba? ¡Yo saldría con él, no ella!

-No lo creo, ya se fue-insistí, pero no me sirvió de mucho. Arquímedes apareció en su auto y ambas lo vimos. Janette me miró con arrogancia y caminó hacia el auto de él.

-¡Mi amor!-chilló-. Te estaba esperando-le dijo y el rostro de Arquímedes parecía irritado. Yo bajé la cabeza cuando ella le espetó un beso por la ventanilla.

-¿No que tenías un almuerzo?-Le dijo él y ella puso una cara patética de cachorrito. Los miraba interactuar y sentía ganas de salir corriendo, pero mis piernas no me respondían.

-Decidí ir con mi muñequito hermoso-dijo ella y no lo aguanté más. Me volteé para irme, pero choqué contra alguien. Era Rodrigo.

-Marisol, ¿no has almorzado?-Me preguntó y tardé unos segundos en procesar lo que había dicho. Giré hacia atrás y vi Arquímedes junto a Janette y un nudo en mi estómago no me dejaba respirar.

-No... Aún no he almorzado-le dije y cuando vi que el cuartel salía del edificio, caí en cuenta-. ¿No tenías que estar en Brisas del Mar?-Le pregunté, pero cuando vi que Arquímedes arrancaba en su auto junto a Janette, una rabia comenzó a engullir mi pecho y no escuché nada de lo que mi jefe dijo. El cuartel me miraba con atención y Rodrigo también-. ¿Marisol?-Me despertó mi jefe y temía que si hablara se me salieran las lágrimas contenidas. Miré al cuartel, luego a mi jefe y caminé hacia el estacionamiento. Saldría a almorzar sola. Arquímedes se fue y los planes de estar juntos se fueron a la mierda...

***


Llegué a mi apartamento pasada las siete. Arquímedes no llegó a la empresa después de haberse ido con Janette y decidí ir a un bar para beber un par de cervezas. Ese par se convirtió en un montón de alcohol en mi sangre que me hacía tambalear. Lloré, grité, hasta que decidí irme de allí, pues no podía seguir bebiendo sin control.

Tiré mi bolso en el asiento y caminé hacia la barra de bebidas. Me serví una copa de vino, pero la dejé en la barra; no podía beber más. Caminé hacia mi habitación y en el camino me despojé de la blusa y los zapatos. Me tiré en la cama y el celular comenzó a sonar desde la sala. No tenía ni las fuerzas ni las ganas de contestar, así que ignoré el molestoso sonido. La nubla del sueño llegó segundos después...

-Marisol... Marisol... ¡MARISOL!

Alguien gritó mi nombre y me levanté de golpe. El aturdimiento no me dejó ver quién fue hasta que mi vista logró enfocar gracias a que alguien me tendió los espejuelos. Mi habitación estaba invadida por mis amigas y entre ellas estaba Adrián. Tardé unos segundos antes de reaccionar.

-¿Qué... ¿Qué hacen aquí?-Les pregunté y Sara me miraba con el ceño fruncido. Estaba sentada a mi lado y parecía entre molesta y preocupada.

-Vinimos a ver cómo estabas. No hemos sabido de ti desde hace mucho-dijo ella y sonaba a reproche. Yo froté mi sien, pues el dolor de cabeza me estaba jodiendo.

•Un amor irreversible• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora