Más interrogantes

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-¡Mami, mami! ¡Marisol me quitó mi muñeca!-chilló mi insoportable prima. Ella me decía que yo era una pequeña niña fea. Yo le enseñaría que nadie se metía conmigo, por eso le quité su horrible Barbie. La bruja esposa de mi tío barbón, llegó y me arrebató la muñeca.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que no seas una niña insolente? ¡Deja a mi niña disfrutar de sus juguetes!-me gritó la bruja. Janette sonreía triunfante detrás de su madre.

-Ella fue la que empezó-le dije, señalándola-. Me dijo que soy una niña fea-repliqué y la bruja rió.

-Es porque le he enseñado a mi niña que diga la verdad siempre-dijo riendo sonoramente. Lágrimas se acumulaban en mis ojos-. Eres una niña fea, querida. Mi hija aprendió a decir la verdad. Muy bien, mi amor-dijo mirando a Janette y ella sonrió.

-¡Eres una bruja! ¡Eres mala!-le grité. Ella se acercó y me haló por el brazo.

-Mira, niña. ¡No me puedes faltar el respeto! ¡Tú no eres digna de pertenecer a una familia como la tuya! ¡Eres una niña insolente y malcriada!-me dijo mientras yo forcejaba para que me soltara. Las lágrimas amenazaban por salir. En eso llegó mamá y la bruja me soltó de inmediato. Se acomodó su perfecta ropa y sonrió.

-¿Sucede algo?-Preguntó mamá.

-Sí. Tu hija le quitó la muñeca a mi niña-dijo rápidamente Olga. Mamá me miró y las lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas.

-¿Por qué hiciste eso, Marisol?-Me preguntó, cortante. Yo bajé la cabeza.

-Me dijo que soy una niña fea-le dije y mamá tomó aire. Miró a Janette y luego a Olga.

-Tu hija es una niña muy maleducada. Debes enseñarle a que no sea tan envidiosa. Eso es vergonzoso-dijo la bruja con petulancia. Mamá parecía enojada, pero no dijo nada para defenderme.

-Marisol, sube a tu habitación-me dijo señalando la entrada de casa. Yo negué.

-¿Por qué, mami? ¡Janette fue la que empezó! ¡Quiero jugar!-le grité. Janette reía detrás de su madre, quien también sonreía, pero de manera disimulada.

-¡Ya hablé! ¡A tu habitación!-me ordenó y salí corriendo de allí. Teresita intentó detenerme, pero logré llegar a mi habitación. Otra vez Janette se había salido con la suya. Me asomé por la ventana y vi a toda mi familia riendo por algo que Janette estaba haciendo. Mis padres reían muy feliz y me sentí como la peor niña del mundo...

...

Sentía unas inmensas ganas de vomitar. La escena que tenía enfrente me hizo recordar muchas cosas del pasado. Mis padres estaban abrazando a Janette y Arquímedes les estaba tomando una fotografía. Todos reían por las muecas que Janette hacía para la foto, incluido Arquímedes. La única que notó mi presencia fue Olga, quien se levantó del asiento y caminó hacia donde estaban tomando la fotografía.

-Bueno, ahora una foto de los novios-dijo riendo falsamente. Mis padres se separaron de Janette y Arquímedes se paró junto a ella-. Vamos, son novios y pronto serán marido y mujer. Así que se vea ese amor-dijo la bruja y no sabía por qué notaba que ella lo hacía porque yo estaba ahí. Arquímedes sonreía y miró a Janette. Él la tomó por la cintura y pegó sus labios a los suyos. Una bofetada de celos me invadía, pero no podía moverme de allí, estaba petrificada. Todos comenzaron a bufar y Olga tardó una eternidad en tomar la fotografía, o al menos eso sentí. Arquímedes reía, parecía tan feliz y eso me dolía demasiado. Nadie parecía notar mi presencia, siquiera mis padres. Sentía que no formaba parte de allí, me sentía un cero a la izquierda. No fue hasta que un fuerte estallido sonó por todo el lugar, que notaron mi presencia. Todos giraron en mi dirección. Me miraron y luego al suelo. No había notado que Teresita estaba a mi lado y en el suelo había una vasija de vidrio hecha añicos. Su rostro estaba pálido y parecía asustada.

•Un amor irreversible• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora