-A-Arquímedes-balbuceé su nombre, pero él solo tenía ojos para Javier.-¿Se te ofrece algo, Villanueva?-El cortante tono de Javier me dejaba atónita. ¿Desde cuándo era tan grosero? Arquímedes enarcó una ceja y dio un paso adelante, quedando más cerca de él. Sonrió forzadamente y dirigió su vista hacia a mí. El contacto de nuestros ojos me ponía la piel de gallina.
-Sol, ¿podemos hablar?-Me habló sin hacer el intento de disimular lo que había entre ambos, pues se acercó y acomodó un pedazo de cabello que sobresalía en mi frente. Su contacto era tibio, exquisito. Javier aún sujetaba mi cintura y Arquímedes tensó su mandíbula.
-S-Sí-logré articular y él sonrió. Javier haló mi cintura levemente y se acercó a mi oído. Pude ver cómo Arquímedes apretaba su mandíbula, lo que me puso aún más nerviosa.
-¿Estás segura?-Me susurró Javier y parecía preocupado. Asentí y soltó mi cintura-. Te esperaré en la mesa-dijo y antes de irse, le lanzó una amenazante mirada a Arquímedes.
Ya solos, Arquímedes se acercó hasta quedar a centímetros de mi rostro, pero, como acto de reflejo, di un paso hacia atrás, pues estábamos en un lugar donde las cámaras captarían cualquier cosa.
-¿De qué quieres hablar?-Le pregunté, más tajante de lo que pretendía. Él se acercó, pero lo aparté con mi mano-. Aquí no, Arquímedes-le dije y él hizo unos leves pucheros con su boca que me parecieron sumamente hermosos, pues era un gesto que jamás le había visto hacer.
-Juro que si no te sentía cerca, estallaría. ¡Carajo, Marisol, sentía que me moría de celos!-soltó y no pude evitar reír-. Joder, Sol, te ves hermosa-añadió, mirándome con detenimiento. Sentí mis mejillas arder y de pronto mi pecho se comprimió. Su manera tan arrebatada de decir las cosas me encantaba.
-¿Te gusta lo que ves?-Dije, dando una vuelta, mostrando mi sensual vestido. Él mordió su labio inferior y soltó un gruñido que me puso los vellos de punta.
-No hagas eso, Marisol. No cuando me pides que no me acerque a ti-protestó, apartando la mirada. Me sentía poderosa y era una sensación fabulosa. Últimamente Arquímedes se mostraba más abierto, diciendo lo que sentía y eso me llenaba de regocijo. Me acerqué hacia él, a centímetros de su rostro y podía sentir cómo su cuerpo se tensaba por la cohesión de nuestros cuerpos. Tenía la vista clavada en un punto de la pared y yo buscaba su mirada, pero se negaba a mirarme a los ojos.
-Debería tener un poco más de autocontrol, señor Villanueva-susurré y él tragó duro.
-Contigo necesito mucho más que eso. Joder, Marisol, no me hagas esto-gruñó. Me alejé un poco de él y miró en mi dirección. Cuando lo hizo, mordí mi labio inferior de manera involuntaria, pues su rostro mostraba cuánto me deseaba, podía verlo en sus ojos. Sin yo esperarlo, se acercó bruscamente, acribillándome contra la pared-. Si no hago esto, perderé la cabeza y cometeré una locura esta noche-tomó mi nuca y juntó nuestros labios, para brindarme un rico y descontrolado beso. Solté un leve gemido cuando su lengua invadió mi boca y Arquímedes gruñó, haciendo que mi cuerpo despertara enseguida.
Un sonido extraño nos hizo despegar y mirar hacia atrás. Mi corazón se saldría de mi pecho, pues sabía que alguien nos había visto.
-¿Q-Qué fue eso?-Tartamudeé, pero Arquímedes sonrió, tranquilizado, aunque sabía que lo hacía para no ponerme más nerviosa.
-No lo sé, de seguro no fue nada-dijo, aún mirando en dirección donde se había escuchado el extraño ruido.
-Debemos regresar al evento-dije rápidamente y comencé a caminar hacia el evento, pero Arquímedes tiró de mi brazo para detenerme y pegarme a su pecho.
ESTÁS LEYENDO
•Un amor irreversible•
RomanceCada arruga que mis manos poseen me recuerda los trazos de un amor que nació por la fuerza del destino. Un amor que me subió, me elevó hasta lo más alto del placer, y así mismo me desplomó. ¿Y si te digo que ese desplomo solo fue la fuerza del desti...