CUIDARTE

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La llevé a mi habitación para terminar de quitar los restos del vestido y me metí en la bañera con ella, deshice su peinado, lavé su cabello y su cuerpo, tomando nota mental de cuántos rasguños se había hecho intentando quitarse el vestido

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La llevé a mi habitación para terminar de quitar los restos del vestido y me metí en la bañera con ella, deshice su peinado, lavé su cabello y su cuerpo, tomando nota mental de cuántos rasguños se había hecho intentando quitarse el vestido. Nunca antes había experimentado ese nivel de intimidad con ninguna otra mujer, pero con ella sentía que era necesario.

Luego de la ducha caliente la envolví en una bata de baño y la dejé en mi cama mientras iba a la cocina a prepararle un té. No sabía exactamente que hacer y sólo me dejaba llevar por lo que creía que la haría sentir mejor en ese momento. April era una persona amable y servicial y aunque ese par de cualidades no eran mis favoritas a la hora de que interactuara con los demás, ella merecía que le dieran lo mismo de vuelta. Me sentí abrumado con el golpe de realidad que acabábamos de tener, sabía que esto estaba siendo demasiado pero no me importaba. Me haría enemigo público del puto mundo si era necesario solo para verla feliz.

Al volver a la habitación la encontré dormida, dejé la taza de té en la mesita a un lado de la cama y también me acosté, acaricié de forma inconsciente el contorno de su cuerpo. Ella se movió y dejé de tocarla. Di un par de vueltas en la cama y la verdad fue que no logré conciliar el sueño con tantas cosas en mi mente, me levanté de nuevo y tomé mi laptop, cigarrillos y una botella de whisky yéndome hacía al balcón de la habitación.

Me senté en una de las tumbonas sintiendo que no podía esperar un minuto más para obtener información. Tecleé rápidamente "Marcus Davis" en el buscador, él maldito era inestable hasta con las redes sociales, tenía trece perfiles creados y en cada uno de 3 a 8 fotos antiguas, ninguna actividad reciente. El último sitio en el que había estado era Canadá pero de eso hacía un año.

—Voy a encontrarte, hijo de puta y vas a desear no haber nacido.—musité repasando sus fotos nuevamente.

Sé que April, probablemente no querría que yo tomará ningún tipo de represalias pero ella no tenía porque enterarse. En cierto modo me convenía su ausencia en todas las redes. Si nadie sabía quién era, nadie preguntaría por él. Estaba dispuesto a mancharme las manos una vez más y hacer yo mismo todo el trabajo sucio.

No sé cuanto tiempo estuve allí intentando conseguir una señal de vida que me indicase donde podía estar ese hijo de puta, sin embargo no hallé nada más que cosas sin sentido. Cerré la laptop y encendí el cigarrillo número diez mil de lo que restaba de noche. April me sorprendió allí recostándose de la puerta corrediza y observando el paisaje. No decía nada, solo miraba. Me deleité un poco viéndola con una de mis camisetas blancas puesta. Sus piernas lucían tan tentadoras que fue inevitable mi erección.

Ella se acercó con paso lento pero decidido y se sentó sobre mi a horcajadas. Posé mis manos en sus muslos acariciándolos de arriba abajo, ella se quitó la camiseta dándome una vista perfecta de sus senos, su mirada era intensa, me gritaba que la tocara, que la besara y la hiciera mía. Me sorprendió al quitarme el cigarrillo y darle una calada, lo sostuvo un poco y luego lo exhaló hacía arriba y no sé porque eso me prendió aún más, mis manos que ya tenían vida propia recorrían su abdomen y pelvis desnuda. Dio otra calada, cerrando los ojos para disfrutar cada una de mis caricias. Subí delicadamente hasta llegar a sus senos, ella se arqueó demostrándome que le gustaba lo que sentía. Bajo la incipiente tela de mi calzoncillo una parte de mi vibraba queriendo adentrarse en ella. Solo eso nos separaba, April estaba totalmente desnuda para mi y la tensión sexual seguía creciendo con cada caricia de mi tacto casi febril.

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora