Sumérgete en esta emocionante historia que te atrapará desde el primer capítulo con su intenso contenido lleno de romance, erotismo, secretos, inseguridades y mucha pasión.
Acompaña a Ethan y April en la travesía que les espera para poder estar junt...
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La llevé a mi habitación para terminar de quitar los restos del vestido y me metí en la ducha con ella, deshice su peinado, y abrí el grifo dejando que el agua tibia nos envolviera, lavé delicadamente su cabello y cuerpo, tomando nota mental de cuántos rasguños se hizo intentando quitarse el vestido. Nunca antes experimenté ese nivel de intimidad con ninguna otra mujer, pero con ella se sentía tan natural como necesario.
Luego la envolví en una bata de baño y la dejé en mi cama, mientras iba a la cocina a prepararle un té. No sabía exactamente que hacer y sólo me dejé llevar por mis instintos de querer hacerla sentir mejor.
Se suponía que yo no era el tipo de hombre que iba a escuchar sobre los traumas de nadie, mucho menos consolar, ni abrazar. Yo no reconfortaba, nunca necesité hacerlo y durante un minuto el golpe de realidad me abrumó.
Sabía que esto era demasiado y reconocí el punto sin retorno donde me encontraba.
«¿Estás seguro de hacer esto?»
«Retrocede, ahora»
Vi la taza con té entre mis manos y exhalé,
Y una mierda. No huiria ni la dejaría sola ahora. Ya luego ajustaría cuentas conmigo mismo. En este punto sabía que me haría enemigo público del puto mundo solo para protegerla.
Al volver a la habitación la encontré dormida, dejé la taza en la mesita a un lado de la cama y también me acosté, acaricié de forma inconsciente el contorno de su cuerpo. Ella se movió y dejé de tocarla. Di un par de vueltas y no logré conciliar el sueño con tantas cosas en mi mente, me levanté de nuevo y tomé mi portátil, cigarrillos y una botella de whisky yéndome a la terraza de la habitación.
Me senté en una de las tumbonas sabiendo que no podía esperar un minuto más para obtener información.
Tecleé rápidamente "Marcus Davies" en el buscador, él maldito era inestable hasta con las redes sociales, tenía ocho perfiles creados y en cada uno de tres a cinco fotos antiguas, ninguna actividad reciente. El último sitio en el que había estado era Canadá, pero de eso hacía un año.
-Voy a encontrarte, hijo de puta y vas a desear jamas haberte cruzado en la vida de April. -musité repasando sus fotos nuevamente.
Conociéndola, se que no querría que yo tomará ningún tipo de represalias, pero ella no tenía porque enterarse. En cierto modo me convenía su ausencia en todas las redes. Si nadie sabía quién era o donde estaba, nadie preguntaría por él. Tenía todas las intenciones de mancharme las manos una vez más y hacer yo mismo todo el trabajo sucio.
No sé cuanto tiempo estuve allí intentando conseguir una señal de vida que me indicase donde podía encontrarlo, sin embargo no hallé nada más que cosas sin sentido. Cerré la portatil y encendí el cigarrillo número diez mil de lo que restaba de noche. April me sorprendió allí recostándose de la puerta corrediza y observando el paisaje nocturno.